Soldados rusos aseguraron que derrotaron a los defensores ucranianos en Lisichansk con lo que asumieron por completo el poder en la región separatista de Lugansk, lo que confirmaría la supuesta “liberación” de ésta a 130 días de que comenzara la invasión; hecho que desmintió el gobierno de Volodimir Zelenski.
El Ministerio de Defensa ruso notificó al líder del Kremlin, Vladimir Putin, que tras fuertes combates establecieron “pleno control” de uno de los últimos bastiones de los ucranianos, el cual desde hace siete años está en disputa por los rebeldes que buscan convertir la región en una república rusa.
Dicho avance hace temer que redoblen los bombardeos en otras zonas, como ciudades fronterizas y costeras, pues Rusia ha asegurado que sus objetivos siguen firmes desde que puso en marcha su “operación militar”. Estas afirmaciones apuntan a un rearme o reforzamiento en Donetsk, en busca de liderar toda la región del Donbás, la prioridad de la guerra que comenzó en febrero pasado, pues al controlar la primera región separatista se abren paso en ésta a través de zonas colindantes.
Sin embargo, hasta el momento ninguna de las naciones ha hecho referencia a un fin de la guerra si Rusia consigue el control de toda la región, pues según estimaciones locales hasta 25 por ciento de Donetsk sigue en control de Ucrania.
Pese a presumir que dieron un golpe importante a la nación vecina, líderes de Ucrania descartaron que perdieran el control de esta ciudad al sostener que parte de sus fuerzas se vieron obligadas a retroceder, pero aún siguen defendiendo la región en momentos críticos.
El gobernador de Lugansk, Sergi Haidai, dijo que los atacantes rusos han recurrido a tácticas brutales, pero ni eso los detiene y seguirán defendiendo todo su territorio, como lo han hecho desde el pasado 24 de febrero; en tanto, imágenes del lugar evidencian los severos bombardeos de las últimas semanas con decenas de inmuebles afectados, mientras en las que calles sólo hay deshechos y vehículos calcinados.
Al respecto, el presidente Zelenski urgió a su ejército a dispersar de inmediato las armas disponibles, entre éstas las que les han enviado sus aliados, pues el objetivo es fortalecer a su ejército y recuperar zonas que obliguen a los ocupantes a replegarse o abandonar Ucrania. Incluso, sostuvo que sus tropas aún siguen en las inmediaciones de Lisichansk, por lo que es imposible que los enemigos tengan el poder de la región. Mientras que el Estado Mayor admitió que ante los ataques de los ocupantes se replegaron en algunas zonas, lo que les permitirá atacar desde otros flancos.
Zelenski agregó que ante los daños registrados en toda Ucrania los llamados de ayuda ya no sólo se concentran en la entrega de armamento pesado, sino en apoyo humanitario.
Explicó que Ucrania requiere de una gran reconstrucción y adelantó que en cuanto termine la guerra, su país y aliados deben estar preparados no sólo para reparar lo que los rusos destruyeron, sino levantar nuevas bases para demostrar al Kremlin que se recuperarán.
En medio de esta disputa por los territorios separatistas, Rusia denunció que las tropas ucranianas lanzaron un ataque con misiles contra la población rusa en Belgorod, hecho que, aunque no se concretó, dejó cuatro muertos.
Según el ejército responsable de esta guerra los ucranianos arrojaron varios misiles Tichka-U, mismos que lograron detener al destruirlos en el aire. Sin embargo, la caída de fragmentos de los proyectiles provocó la muerte de tres ucranianos y un ruso en la ciudad que se ubica a unos 70 kilómetros de la frontera.
Además, estas piezas también ocasionaron daños en varios departamentos de un edificio residencial y en hasta 39 casas. El gobernador de la zona, Viacheslav Gladkov, acusó que no es la primera vez que los intentan bombardear, pues en el pasado destruyeron un depósito de combustible en la región.