Las fuerzas ucranianas replegaron a los invasores al recuperar hasta 40 territorios en Járkov, hecho ante el que el ejército de Vladimir Putin respondió con una severa ofensiva que causó un gran apagón, que afectó al menos cinco ciudades.
En el día 200 de la guerra, los defensores consiguieron uno de los pasos más importantes al obligar a soldados rusos a retroceder en una zona de tres mil kilómetros cuadrados hasta la frontera, pese a que el Kremlin aseguraba que dichas regiones ya eran suyas.
En sigilo, las fuerzas de Volodimir Zelenski emprendieron una nueva estrategia durante los últimos días y semanas hasta lograr reinstalar a sus bases en zonas cercanas a la frontera, hecho que recuerda al repliegue del enemigo en Kiev, hace unos meses.
De este modo, los defensores volvieron a colocar banderas de su país en zonas a las que no habían vuelto, como Balaklia, Izium y Kupiansk, casi desde que el Rusia los empezó a bombardear.
La intención es extender la recuperación, pues el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Valeri Zaluzhni, resaltó que sus militares ya están a 50 kilómetros de los límites de Rusia, desde donde hace seis meses se introdujo el ejército rival, al resaltar que sus avances no son sólo en el sur, sino en el este y hacia el norte con miras a poner fin a este conflicto que se ha prolongado, pese a las sanciones impuestas contra el régimen.
Incluso se detectó menor presencia de soldados rusos en Lugansk, una de las zonas que Moscú ya presumía como suya y contemplaba incluir en su plan de referéndums para anexarse territorios ucranianos. Dicha información fue corroborada por el Estado Mayor.
Y la respuesta del invasor llegó en cuestión de horas al lanzar una serie ofensiva contra varios territorios ucranianos; en el primer incidente, con hasta 10 proyectiles, se confirmó la muerte de unas 10 personas en Pokrovks.
Sin embargo, las fuerzas rusas escalaron la embestida y lanzaron varios misiles contra infraestructura esencial, misma que incendiaron y dañaron fuertemente detonando un apagón que dejó sin electricidad, sin calefacción y sin agua a los habitantes de Járkov, Donetsk, Zaporiyia, Dnipropetrovsk y Sumi.
Dicha ataque fue tildado de “venganza cínica”, por el líder regional, Igor Terekhov, aunque hasta el cierre de esta edición no hubo un saldo de víctimas.
Al respecto, Zelenski se lanzó nuevamente contra su homólogo ruso al sostener que, pese a sus declaraciones, ese ejército sigue atacando infraestructura clave para causar el mayor daño a la población civil.
En redes sociales sostuvo que la evidencia es clara, al afirmar que el Kremlin es un “terrorista” y su “objetivo es privar a la población de luz y calor”, lo que pareció también una crítica a sus aliados, pues algunos gobiernos han rechazado declarar a Rusia como un Estado promotor del terrorismo.
Y en un discurso nocturno, el mandatario reiteró que las acciones de sus tropas, pese a embates del enemigo, muestran que es posible sacar poco a poco a los atacantes para volver a ser una nación libre como antes del 24 de febrero.
Al respecto, Rusia reconoció el retroceso de sus soldados, aunque no hizo declaraciones en torno a los últimos bombardeos en Ucrania.
Según medios locales, el Kremlin afirmó públicamente que el avance de los ucranianos supone un retraso en los planes de referéndums, previstos para la primera semana de noviembre próximo.
No obstante, mantiene la mira puesta en el proceso con el que busca sumar apoyo dentro de Ucrania, en donde también golpeó nuevamente las instalaciones energéticas al apagar el último reactor de la planta nuclear de Zaporiyia, lo que supone nuevas restricciones al suministro de electricidad en la nación invadida.