Por su labor en la ciencia de información cuántica, que tiene aplicaciones como en el campo de la encriptación, los científicos Alain Aspect, John F. Clauser y Anton Zeilinger fueron galardonados ayer con el Premio Nobel de Física.
Su descubrimiento de la forma en que las partículas llamadas fotones pueden relacionarse, o “enredarse” entre sí, incluso aunque estén separadas por grandes distancias, abrió camino a nuevas tecnologías de computación cuántica y comunicaciones ultraseguras.
Albert Einstein consideraba que este fenómeno era “una espeluznante acción a distancia”.
“La ciencia de la información cuántica es un campo dinámico y que avanza con rapidez”, explicó Eva Olsson, miembro del comité del Nobel.
Resaltó que los hallazgos de los galardonados tienen “amplias y potenciales aplicaciones en campos como la transferencia segura de información, la computación cuántica y la tecnología sensorial. Su origen puede rastrearse al de la mecánica cuántica”, dijo.
En una intervención telefónica durante la conferencia de prensa, Zeilinger expresó que estaba “todavía algo conmocionado”, tras enterarse de que había recibido el reconocimiento.
“Pero es una conmoción muy positiva. Este premio es un estímulo para los jóvenes: no habría sido posible sin los más de 100 jóvenes que han trabajado conmigo a lo largo de los años”, indicó Zeilinger.
El científico, quien fue reconocido por “la teletransportación cuántica, que hace posible mover un estado cuántico de una partícula a otra a la distancia”, sobre este aspecto comentó que no era como en las películas de Viaje a las Estrellas, sino que “usando el enmarañamiento puedes transferir toda la información cargada por un objeto a otro sitio donde el objeto es reconstruido”.
Clauser, Aspect y Zeilinger ya habían estado en las quinielas del Nobel hace más de una década. En 2010 ganaron el Premio Wolf en Israel, considerado una posible antesala del galardón sueco.
Aunque los físicos suelen abordar problemas que a primera vista parecen alejados de las preocupaciones cotidianas, como partículas diminutas y los grandes misterios del tiempo y el espacio, su investigación proporciona la base para muchas aplicaciones prácticas de la ciencia.
El premio del año pasado se entregó a Syukuro Manabe, Klaus Hasselmann y Giorgio Parisi, cuyo trabajo ha ayudado a explicar y predecir fuerzas complejas de la naturaleza, y por tanto a ampliar nuestra comprensión del cambio climático.
El premio incluye 10 millones de coronas suecas (casi 900.000 dólares) en efectivo y se entrega el 10 de diciembre.
Con información de AP y AFP
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