Corea del Sur alertó que la Península coreana vive una “grave” situación de seguridad ante las advertencias del país del norte, que en las últimas semanas realizó siete pruebas balísticas.
Horas después de las declaraciones del régimen de Kim Jong-un, el gobierno de Yoon Suk-yeol admitió que ante al aumento de tensiones no pueden minimizar o pasar por alto la respuesta de Pyongyang, que sostuvo que los recientes disparos tanto de corto como de largo alcance fueron una “advertencia clara contra sus enemigos”.
El gobierno de Seúl indicó que deben reconocer la “grave realidad de seguridad” que enfrenta la región noreste del continente, según declaraciones que un funcionario bajo anonimato dio a la agencia Yonhap, la primera en reportar las más recientes pruebas del régimen vecino durante esta última semana.
En dichas acciones incluso amenazó los límites de Japón al sobrevolar esa potencia asiática con el proyectil de mayor alcance, según registros regionales.
Por ello, Surcorea recalcó que la respuesta no puede ser sólo de avisos, como los que realizó en conjunto con el ejército de Estados Unidos al disparar misiles con objetivos simulados y desplegar a sus fuerzas aéreas y bombarderos.
Al respecto, la oficina presidencial insistió que ante esta situación no queda más que reforzar la seguridad para proteger a sus ciudadanos y la península asiática, ante lo que ven no sólo como amagos, sino como una posible escalada militar al recordar que el régimen adversario gusta de mostrar su poderío con disparos de misiles balísticos y maniobras, incluso con ojivas nucleares.
Y recalcó que sus fuerzas armadas mantendrán la vigilancia en la zona intercoreana ante una posible irrupción, al puntualizar que las nuevas amenazas no son sólo para la nación vecina, pues el uso de armamento nuclear también es un riesgo a nivel mundial.
Dichas declaraciones responden al discurso de Jong-un, quien un día antes ratificó que los ejercicios tácticos de simulación, que incluyeron el transporte de ojivas nucleares, tenían como objetivo verificar sus sistemas contra sus adversarios, pues reiteró que los despliegues del gobierno de EU en aguas regionales son una amenaza territorial.
Asimismo, el mandatario norcoreano, quien supervisó personalmente cada uno de los disparos entre el 25 de septiembre y el pasado 9 de octubre, rechazó cualquier vía de comunicación con EU, Corea del Sur y hasta Japón —amenazado por el proyectil de mayor alcance— al insistir que no hay razones ni la necesidad de dialogar con esos enemigos, al reivindicar que es Washington el verdadero responsable de estas nuevas valoraciones de armamento, por recientes provocaciones.
Ello contrasta con las intenciones de líderes de Occidente por garantizar un acuerdo nuclear en el que ninguna nación desarrollará armas de este tipo, con miras a contener a éste y otros regímenes para evitar una intensificación de ataques, lo que recuerda que Rusia, una de las potencias que tiene ojivas, lleva siete meses en guerra y su líder, Vladimir
Putin, amagó con usar armamento nuclear para poner fin al conflicto.
Previamente, Estados Unidos también respondió a la escalada de Pyongyang al referir que ningún ejercicio pacífico, en referencia al apoyo a Seúl, justifica las provocaciones que lanzó ese régimen en las últimas semanas, pues acotó que no hubo amenaza a la seguridad, sólo maniobras que son de rutina.
Asimismo, fuentes del gobierno de Biden precisaron que este tipo de disparos son ilegales y son los verdaderos culpables de la desestabilización, que líderes del gobierno de Kim Jong-un atribuyeron como una amenaza a la nación estadounidense.