A poco más de un mes de asumir el gobierno británico, la primera ministra, Liz Truss, sufrió un revés en su propuesta económica y ante las dudas dentro de su propio partido renovó el ministerio de Finanzas, pero el nuevo titular, Jeremy Hunt, derribó sus promesas.
En su presentación, quien también formara parte del gabinete de Boris
Johnson echó por la borda el proyecto de Truss al advertir que no es posible bajar los impuestos en Gran Bretaña a fin de calmar el mercado financiero afectado por el drástico plan de la mandataria.
Asimismo, Hunt estableció un límite al precio de la energía al garantizar que las familias no sufran el impacto que altera a la región de cara al invierno y por la guerra que se vive en Ucrania.
Tras los cambios, como la salida de Kwasi Kwarteng, la premier admitió que la prioridad en un mundo con golpes económicos es mantener la estabilidad para evitar un mayor impacto a la economía de la población, al reconocer que no implementará parte de las promesas cuando asumió el cargo.
Pero reiteró que las decisiones de su gobierno buscan evitar que empeore la situación en tiempos turbulentos, sin abundar en los objetivos del nuevo integrante del gobierno.