Al grito de “salven a Brasil” miles de simpatizantes del presidente Jair Bolsonaro exigieron la intervención del ejército para garantizar que siga en el poder, mientras el ultraderechista rebajó el ánimo al pedir el cese inmediato de los cierres carreteros.
Por tercer día consecutivo, los inconformes con el resultado de las elecciones continuaron con las protestas y cierres viales, que se extendieron a 24 de los 27 estados de la nación sudamericana, pero con una demanda diferente al manifestarse frente a los Comandos Militares de Brasilia, Río de Janeiro, Sao Paulo, Amazonas y de otros puntos para promover una acción militar contra el triunfo de Luiz Inácio Lula da Silva.
Incluso, algunos se declararon en de-sobediencia civil, pues están en contra de que un “político corrupto” que debería estar en la cárcel los gobierne.
Con consignas como “intervención militar” y “el pueblo unido, jamás será vencido” se apostaron desde temprana hora frente a los cuarteles en busca del respaldo de este sector para mantener en el poder al abanderado del Partido Libre, en rechazo al líder del Partido de los Trabajadores (PT), lo que algunos medios locales advirtieron podría detonar un mayor peligro, pues lo ven como la antesala de un golpe de Estado.
Los simpatizantes del político de extrema derecha aseguraban contar con el “permiso” del mandatario, al señalar que un día antes los alentó a mantener las protestas mientras éstas fueran pacíficas, lo que contrasta con el mensaje del gabinete del líder brasileño.
Pues para apagar los ánimos de confrontación, su equipo ratificó que ya dio el paso a la transición, como un reconocimiento de la derrota de la derecha, al admitir que no hay intención de impugnar los resultados electorales, mientras que funcionarios intentaron diluir el clamor desafiante de los bolsonaristas al sostener que el mandatario admitió en privado que perdió con un rotundo “se acabó”.
No obstante, los seguidores hicieron caso omiso, pues consideran que es un mensaje de oídas, y permanecieron hasta última hora de ayer frente a estas bases militares por una señal de que respaldarían su duro posicionamiento, esto mientras eran vigilados por las autoridades ante el riesgo de actos violentos o posibles confrontaciones con los simpatizantes de Da Silva.
Pero su permanencia no garantizó una respuesta, pues las Fuerzas Armadas se mantuvieron en silencio, tal como lo hizo el jefe del Ejecutivo durante 48 horas, al resistirse a reconocer el fracaso electoral por más de dos millones de votos.
Horas más tarde, Bolsonaro reapareció, ahora en su cuenta de Twitter, para extender un mensaje a sus simpatizantes para liberar todas las carreteras en el país, al advertir que ésa no era la vía correcta ni legítima de protestar.
En un video de poco más de dos minutos de duración —tan breve como el mensaje que dio un día antes—, el presidente convocó a los suyos a desbloquear las carreteras argumentando que es por el bien de la nación, luego de que la Policía reportara que aún había hasta 150 cierres, tras retirar más de 500 por la vía pacífica, pues ni las advertencias de arrestos y multas han frenado estas acciones.
El mandatario agradeció las muestras de apoyo de quienes están molestos o tristes igual que él por el resultado del pasado 30 de octubre al sostener que todas las movilizaciones son parte del “juego democrático”; sin embargo, insistió que no se debe afectar a terceros, pues claramente los cierres impiden la libre circulación, establecida en la Constitución, perjudican la economía y provocan el desabasto al semiparalizar varias regiones de la nación.
Por ello, insistió que hay otras vías de manifestarse; sin embargo, no hizo alusión al llamado de sus seguidores de que haya una intervención militar ni al triunfo de su rival, pues en las dos apariciones que ha hecho desde los comicios ni siquiera mencionó a su futuro sucesor.
Y es que esa resistencia se ha convertido en parte del impulso de los detractores de Lula da Silva para desconocer al próximo gobierno, lo que genera tensiones en torno a la violencia que pueda registrarse entre grupos contrarios, tal como ocurrió ayer en una carretera de Mirasol, en Sao Paulo, cuando un conductor arrolló a seguidores bolsonaristas, lo que de inmediato disparó las acusaciones de ataques de odio y choques entre electores de izquierda y de derecha.
Según medios locales una persona intentó evadir el bloqueo y segundos después de hablar presuntamente con algunos de ellos aceleró, atropelló y arrastró a varios de ellos con un saldo de al menos 10 heridos, hasta el cierre de esta edición.
El hecho provocó la ira de decenas de manifestantes, pues mientras unos auxiliaban a las víctimas, otros persiguieron al agresor y vandalizaron su auto para obligarlo a salir. Aunque no se reveló su identidad, ultraderechistas acusaron en redes sociales que se trataba de un simpatizante del PT y de Lula, versión que no fue confirmada por las autoridades.
DGC