El gobierno de Ebrahim Raisi no se intimida ante las investigaciones en su contra y busca aumentar la lista de manifestantes condenados a muerte, al responsabilizarlos de las manifestaciones que llevan más de dos meses y actos vandálicos en varias ciudades del país.
A uso días de que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) abriera un expediente en su contra, las fuerzas del orden en Teherán reanudaron los juicios contra sus críticos por presunta resistencia y delitos contra la seguridad pública y la moral islámica.
Entre los disidentes acusados destaca el rapero Toomaj Salehi, quien enfrentaría posiblemente la pena de muerte y podría convertirse en el tercero, debido a los cargos impuestos, como propaganda contra el régimen, incitación a la violencia y hasta difusión de mentiras, aunque no se presentó públicamente evidencia de tales acusaciones.
Según medios críticos y algunos grupos defensores de los derechos humanos, el proceso contra el músico, detenido el mes pasado, comenzó el fin de semana, pese a los alegatos de que no contaba con un abogado.
Sin embargo, el Poder Judicial de la nación islámica no detuvo sus acciones y fincó los cargos contra su nuevo blanco, a quien considera uno de los principales líderes de los disturbios que comenzaron en septiembre pasado tras la muerte de la joven Mahsa Amini, sólo porque llamó “mafia” al gobierno ante medios extranjeros luego de ser cuestionado sobre la situación que enfrenta su país.
Y mientras la población sigue saliendo a las calles en busca de un cambio en el régimen para que reconozca los derechos para las mujeres y castigos por el crimen de la joven kurda, éste no se inmuta y mantiene las restricciones, pues ve a decenas de detenidos como el ejemplo del destino que les espera a quienes insisten en marchar en su contra.
No obstante, aún hay voces que desafían al poder en la región islámica como familiares del líder supremo, el ayatollah Ali Khamenei.
Su sobrina y reconocida activista de los derechos humanos Farideh Moradkhani denunció la presión a la que el régimen somete a la disidencia al sostener que más que defender una creencia islámica, el gobierno busca retener el poder con medidas extremistas, en las que las mujeres siguen estando debajo de los hombres. Por lo que llamó a las naciones a cortar lazos con ese gobierno.