Al autor del tiroteo en el Club Q de Colorado Springs, Anderson Lee Aldrich, lo acusaron formalmente de crímenes de odio y homicidio a más de tres semanas del ataque contra la comunidad gay.
Aunque las investigaciones no han determinado el móvil del joven de 22 años, quien se define como binario, que abrió fuego casi a medianoche, los fiscales del caso confirmaron qué hay material para acusarlo de crímenes de odio y sentar precedentes en la materia para evitar que estos casos se sigan repitiendo en un país en el que la violencia armada es un grave problema.
Y los investigadores advirtieron que con estas imputaciones se busca demostrar que en Estados Unidos no hay tolerancia a los crímenes de odio, en esta caso por preferencias sexuales, pues atacó de manera directa a quienes se encontraban en la barra y en la pista de baile.
Este delito es parte de una larga lista de cargos con hasta 305, debido a las agresiones, asalto y tentativa de homicidio, pues el historial se incrementa por el número de víctimas, pues además de los cinco decesos hubo 17 personas heridas.
Hasta el momento, el joven que se cambió de nombre años antes no ha rendido declaración en torno a su responsabilidad o inocencia, luego de ser sometido por algunos clientes, quienes lo derribaron y lo despojaron de rifle para evitar que siguiera disparando contra los comensales. Aldrich ya había enfrentado a las autoridades casi un año antes por presuntas amenazas, pero presuntamente ese delito no implicó una sentencia sólo un arresto.
Tras la confirmación de los fiscales, el juez adelantó que podría ser en un par de meses cuando se realice el juicio del agresor; sin embargo, la defensa de Aldrich dijo que al tratarse de varios cientos de delitos se requiere más tiempo para analizar todas las pruebas contra su cliente, quien tan sólo por el cargo de crimen de odio podría ser sentenciado a cadena perpetua.