Soldados de Rusia convirtieron a las ciudades de Donetsk, Jerson y Kiev en su nuevo blanco con hasta una treintena de lanzamientos contra infraestructura clave, poco después de que el gobierno de Ucrania alertara sobre un nuevo ata¡que.
Defensores señalaron que tan sólo en la primera zona, que el invasor se anexó desde octubre pasado, se registraron 23 ataques con apoyo de drones iraníes nuevamente, lo que hace sospechar que los ocupantes aún reciben suministros de ese régimen; mientras que Kiev vuelve de nuevo al radar de Moscú con incendios y columnas de humo tras semanas sin ofensivas, y en Jerson resonaron nuevamente las alertas por ataques inminentes, lo que dejó al menos tres muertos tras impactos contra algunas oficinas administrativas usadas como refugio, según líderes regionales.
Pese a los daños y decesos por los proyectiles, las fuerzas locales resaltaron que no todos los lanzamientos alcanzaron los objetivos, pues destruyeron 13 unidades no tripuladas gracias al reforzamiento de su defensa.
Al respecto, el presidente Volodimir Zelenski señaló que siguen haciendo lo posible por sumar sistemas aéreos modernos para proteger a la población e infraestructura crítica, pues mantener estos servicios permitirán dar más tiempo para la rehabilitación de instalaciones devastadas por el enemigo, y no desiste en las demandas a aliados para entregarles sistemas Patriot, que además de defensa permitirán derribar con mayor efectividad el armamento del Kremlin.
Pero los nuevos ataques no sólo fueron por vía aérea, pues los defensores que se encuentran cerca de la frontera detectaron ataques terrestres en zonas anexadas, donde según datos de Inteligencia los rusos tratan de destruir lo que queda del territorio con artillería pesada, para que en caso de que los locales recuperen esta zona no haya nada rescatable cuando vuelvan a esas posiciones.
Con esta ofensiva los ocupantes evidencian que no desisten de sus planes de aprovechar las condiciones del invierno y la destrucción de instalaciones energéticas para detener el avance de los locales y así adentrarse en zonas que limitan con los territorios bajo su poder.
Pues el ataque coincide con nuevas advertencias del Kremlin de que ni la Navidad —justo cuando se cumplirán 10 meses de guerra— facilitará una tregua, al rechazar cualquier intento de detener su ofensiva, pues aseguran que no han recibido ninguna oferta de Kiev, luego de que Zelenski señalara que éste era el mejor momento para que los invasores desistieran y se retiraran de su país.
Tras fuertes negativas desde Ucrania a negociar, el vocero ruso, Dmitri Peskov, descartó que se pacte un cese para las fechas festivas al aclarar que tales acciones no son parte de “la agenda”, pues no hay acercamientos ni iniciativas, de acuerdo con agencias locales.
Incluso, el funcionario aprovechó su plática con la prensa para lanzar un nuevo amago a las fuerzas de Zelenski y sus aliados al reiterar que el posible envío del sistema Patiot de Estados Unidos sólo escalará la guerra.
Y es que hasta el momento lo más cercano a las negociaciones son intercambios de prisioneros, pues los ucranianos entregaron un grupo de prisioneros de guerra a cambio de la liberación de más de 60 ciudadanos en resistencia y un estadounidense, que llevaba semanas bajo control de militares de Moscú.
EXPONEN TORTURA INFANTiL. El ombudsman de Ucrania, Dmitro Lubinets, denunció que los invasores crearon cámaras de tortura no sólo contra los adultos sino contra niños, pues sometieron a menores de edad, hecho que consideró es mucho más grave que lo ocurrido en Bucha o Irpin.
Los pequeños que quedaron atrapados en territorios bajo el poder del
Kremlin y testigos de sus crímenes revelaron que los invasores usaron instalaciones especiales para golpear y encerrar sin agua ni comida a los niños, sin importar su edad, de acuerdo con el diario The Kiev Independent. Incluso, se identificó que este lugar era conocido como “la celda de los niños” y que a sus víctimas las obligaban a limpiar la sangre de otros.
Ante las múltiples atrocidades documentadas, el comisionado de los Derechos Humanos admitió que, aunque creyeron que las deportaciones forzadas, secuestros y asesinatos eran lo peor, recientemente “tocaron fondo” con lo ocurrido en Jerson, hecho por el que decenas de víctimas reciben apoyo psicológico.