A meses de celebrar el jubileo de platino de la reina Isabel II la nación británica recibió un duro golpe al despedir a su máxima figura de 96 años, una de las más importantes del siglo.
El mundo fue agitado por la noticia de un empeoramiento de la salud la mañana del pasado 8 de septiembre, a semanas de recuperarse del contagio de Covid-19.
Y aunque la mayoría confiaba en su recuperación el rápido traslado de sus herederos, sus hijos Carlos, Ana, Eduardo y Andrés y su nieto Guillermo al castillo de Balmoral, en Escocia, hizo temer lo peor. La familia y la cadena BBC —medio oficial de la corona—notificaron el sensible fallecimiento de la monarca por causas naturales, quien fue vista en público por última vez días antes en fotografías de cuando recibió a la recién nombrada primera ministra, Liz Truss.
Su muerte generó una oleada de condolencias de líderes del mundo y población que de inmediato convirtió el Palacio de Buckingham, en Londres, en el memorial de la reina de varias generaciones, a unos años de la estrepitosa salida de la Unión Europea (UE) por el Brexit.
El furor y relevancia de Isabel II, la monarca más logeva con 70 años en el poder, fue evidente en un adiós monumental que se prolongó por casi dos semanas para reconocer a quien asumió la corona con apenas 25 años, tras la muerte de su padre el rey Jorge VI y que pone la mira en su hijo para tomar las rienda de GB.
Toda la población acompañó presencialmente y a distancia el adiós de la reina, pues además de las incontables condolencias y muestras de cariño, congregó a miles en Escocia, miles más se volcaron para ser parte de su funeral, ya sea sumándose al último recorrido que hizo el carro oficial con sus restos desde Buckingham hasta Westminster, haciendo fila para ingresar al salón del mismo nombre, poco antes de que la familia la despidiera junto a dos mil mandatarios, principalmente de Europa, en la Abadía, para ser sepultada junto a su padre.
En medio de la conmoción y el luto su hijo mayor Carlos prometió continuar el legado de su madre al asumir las riendas a la nación ahora bajo el nombre de Carlos III, proceso en el que agradeció el afecto para su amada madre.
Y mientras el mundo espera su coronación oficial, en mayo próximo, antes del primer año luctuoso, aumentan las expectativas sobre cómo será su reinado, pues expertos y gran parte de la población considera que su primogénito y ahora príncipe de Gales tiene más liderazgo, fuerza y hasta carisma para asumir el reto de transportar a la monarquía a la era moderna, cuando las nuevas generaciones se muestran en contra de un poder caro y obsoleto.
Además, destaca que Carlos asumirá como el líder británico con mayor edad, a los 74 años, casi el triple de la edad que tenía Isabel II cuando suplió a su padre y a quien, al igual que a su madre, lo persigue la sombra de la princesa Diana, una de las figuras más queridas a más de dos décadas de su muerte, pues llega al trono de la compañía de su segunda esposa Camila Parker como reina consorte.