Hombres, mujeres, niños, sacerdotes y monjas se dieron cita en la tumba de Benedicto XVI, abierta al público general este domingo y ubicada en las grutas bajo la Basílica de San Pedro.
Una larga fila de peregrinos hizo cola desde temprano para visitar el último lugar de descanso de Joseph Aloisius Ratzinger, enterrado —como era su deseo— en el mismo lugar donde antes estuvo la tumba de Juan Pablo II, cuyos restos fueron trasladados en el 2011 a la capilla de San Sebastián, junto a la Piedad de Miguel Ángel.
Luego de su fallecimiento a los 95 años de edad, el 31 de diciembre de 2022, el pontífice fue sepultado el 5 de enero inmediatamente después de un funeral en la Plaza de San Pedro.
El jueves pasado, quien fuera su secretario, el arzobispo Georg Gaenswein, impartió una bendición final después de que los restos de Benedicto, ubicados en tres féretros —uno de ciprés que fue presentado en la plaza durante el funeral presidido por el Papa Francisco, uno de zinc y uno de roble—, fueron sepultados.
Alrededor de 50 mil personas acudieron al funeral de Benedicto XVI, seguido de tres días en que los restos estuvieron presentes en la basílica, lo que atrajo a casi 200 mil fieles.
El nombre de Benedicto, el pontífice número 256 de la Iglesia Católica, se gravó en una losa de mármol blanco, informó el Vaticano.
La Santa Sede no señaló si Francisco había visitado en privado la tumba completada de Joseph Ratzinger antes de que se permitiera el acceso al público, o si lo haría en un futuro.
Cabe recordar que desde 2013, Benedicto XVI renunció al papado, el primer pontífice en hacerlo en 600 años.
Con información de Vatican News.
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