Los equipos de rescate marchan contrarreloj para sacar a los sobrevivientes de los terremotos en Turquía y Siria, antes de que sucumban ante el clima frío a dos días de la hora cero. Se han vivido rescates dramáticos, entre ellos los de niños pequeños que emergieron luego de 30 horas bajo montones de escombros. Sin embargo, también se vive desesperación generalizada y un enojo que va en aumento debido a la lentitud de los esfuerzos de salvamento en algunas áreas.
En el pequeño pueblo de Jideris, Siria, los residentes que cavaban en un edificio derrumbado descubrieron ayer a una recién nacida llorando aún conectada por el cordón umbilical a su madre, que estaba muerta. La bebé fue el único miembro de su familia que sobrevivió, dijeron familiares de la menor a la agencia AP.
Luego de que una vecina le cortara el cordón, la bebé fue trasladada a un hospital infantil en la ciudad de Afrin, donde la mantuvieron en una incubadora. En redes sociales, circula el video que muestra como la recién nacida fue sacada de entre los escombros, mientras un hombre la levanta y se aleja corriendo para que otra persona le arroje una manta que la cubra del frío.
La temperatura corporal de la menor había bajado a 35 grados centígrados y tenía moretones, entre ellos uno grande en la espalda, pero ya se encuentra estable. La doctora que la atendió consideró que, si la niña se hubiera quedado una hora más enterrada, no habría sobrevivido.
En esa misma localidad, otra niña fue también encontrada con vida, sepultada bajo el concreto de los escombros de su casa. En un video de los Cascos Blancos, el servicio de emergencia de la región, se ve a un rescatista cavando entre el concreto triturado en medio de metal retorcido hasta que apareció la menor.
“Papá está aquí, no te asustes… Habla con tu papá, habla”, se escucha que le dicen a la niña, todavía medio enterrada, que miraba aturdida hacia arriba, mientras un rescatista tomó su cabeza entre sus manos y limpió el polvo alrededor de sus ojos antes de sacarla.
Los Cascos Blancos tienen años de experiencia en sacar a víctimas de edificios destruidos por los bombardeos de los aviones de guerra, pero el terremoto es un reto nuevo para ellos.
“Ambas son catástrofes… Lo que estamos presenciando hoy es muerte sobre muerte”, expresó Munir Mustafa a AP tras ser cuestionado sobre la diferencia entre el trabajo de rescate en el terremoto y durante la guerra.
Pero en Turquía también se han visto historias de resistencia. En Hatay, un rescatista se metió bajo los escombros de un edificio para sacar a una niña atrapada. Mientras que en el distrito de Baglar, en la ciudad de Diyarbakir, una mujer fue salvada luego de permanecer 32 horas bajo las ruinas, de acuerdo con la agencia rusa Sputnik.
No obstante, las víctimas también han vivido la otra cara de la moneda. Nurgul Atay dijo AP que podía escuchar la voz de su madre bajo los escombros de un edificio derrumbado en la ciudad de Antakya. Pero los rescatistas no tenían el equipo pesado necesario para rescatarla.
“Mi madre tiene 70 años, no podrá soportar esto por mucho tiempo”, lamentó.