Miles de streamers transmiten desde las calles de China, con el fin de alcanzar su sueño: ser reconocidos por muchos y poder vivir de ello. Debido a que la versión china de Tiktok, Doyu, trabaja mediante geolocalización, las y los jóvenes salen de sus casas para acercarse a los barrios ricos y así recibir mayores donaciones.
Como si se tratara de una historia de Isaac Asimov o Ray Bradbury, la realidad que se vive en China tiene muchos elementos de ciencia ficción, en la que miles de jóvenes salen a las calles a transmitir debajo de los puentes o desde banquetas, cerca de los barrios ricos de la región.
Incluso, hay quienes rentan bodegas o fábricas abandonadas para que los jóvenes transmitan desde esos lugares y así evitar que se expongan.
Esto porque Doyu, versión china de Tiktok, trabaja mediante geolocalización, lo que vuelve más probable que, acercándose a un barrio rico, las y los jóvenes aparezcan en el algoritmo de personas adineradas y, por ende, que reciban mayores donaciones. Asimismo, las bodegas y fábricas en desuso, conocidas como fábricas de streamers, rentan espacios para que los y las chicas no se expongan y así ellos cobran una parte de los que generan en los lives.
Las imágenes le están dando la vuelta al mundo, dejando impresionados a propios y extraños. Con tripes, teléfonos móviles y lámparas circulares de luz blanca, para estar bien iluminados, las y los jóvenes transmiten desde las calles de China, que hoy están inundadas por la fiebre de las redes sociales en Internet.
DGC