Estaba encerrada en un departamento

"¡Ayuda, me está lastimando!": empleada doméstica pide auxilio y lanza nota desde la casa donde trabajaba

La empleada doméstica llevaba ocho meses sin salir del departamento en el que trabajaba y en el que era torturada todos los días

Meriance sigue buscando justicia para ella.
Meriance sigue buscando justicia para ella. Foto: AP

A Meriance Kabu la mantuvieron ocho meses encerrada en un departamento en el que todos los días la golpeaban y la torturaban. Pensó que de ahí nunca saldría con vida. Poco más de ocho años después, puede contar su historia y sigue buscando justicia.

Su caso es el reflejo de la vulnerabilidad de los migrantes indocumentados que llegan a Malasia, específicamente a Kuala Lumpur, en busca de una mejora en sus vidas. En el caso de Meriance, originaria de Indonesia, fue una nota la que le salvó la vida, pero muchos de ellos no corren con la misma suerte.

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"Ayúdenme, mi jefa me está torturando"

El 20 de diciembre del 2014, Meriance Kabu no soportó más los abusos y las torturas de las que era víctima a manos de Ong Su Ping Serene, la mujer que la contrató como empleada doméstica en Kuala Lumpur. Ese día, Meriance decidió lanzar una nota desde el edificio en donde Ong la tuvo encerrada durante ocho meses.

"¡Ayúdenme. Mi empleadora me está torturando. Todos los días estoy cubierta de sangre, ¡ayúdenme!", escribió Meriance. Una mujer que pasaba por ahí tomó la nota y cuando la leyó, la llevó directamente a un policía retirado que vivía en ese mismo edificio.

Cuando llegó la policía, Meriance no creía haberlo logrado. "Sentía que me estaba derrumbando. Me dijeron 'no tengas miedo, estamos aquí'. En ese momento me sentí fuerte otra vez. Sentí que volvía a respirar. Los policías se acercaron y les conté la verdad", relató a la BBC.

El caso sigue sin solucionarse

Un año después de haber sido rescatada, Meriance decidió denunciar a su empleadora por causarle lesiones graves, por intentar asesinarla, por trata de personas así como por violaciones de las leyes de inmigración, pero Ong se declaró inocente.

Dos años después, en 2017, Meriance fue notificada que la embajada de Indonesia había abandonando el caso, argumentando que no había evidencia suficiente para inculpar a su empleadora. "Ella quedó libre, ¿dónde está la justicia?" preguntó el embajador de Indonesia en Malasia, Hermono.

Meriance presenta, nueve años después, marcas de la tortura de la que fue víctima. Le faltaban dientes, una de sus orejas había quedado deforme y presenta una herida profunda en su labio superior. Activistas aseguran que el caso de Meriance es uno de tantos, pues la mayoría de los ciudadanos malayos, ven a los indonesios como "seres humanos de segunda clase" que no merecen ser defendidos.

Sus hijos la motivaron

Cuatro de los vecinos que tenía en el edificio en donde Meriance trabajaba, ni siquiera la conocían y lo hicieron cuando la rescataron. Los golpes que Ong le dio cesaron hasta que ella se cansó y le ordenó entonces limpiar la sangre con la que había manchado pisos y paredes. Sus cuatro hijos fueron las que la motivaron.

"No podía aguantar más. Estaba furiosa, no con mi empleadora. Estaba furiosa conmigo. Tenía que intentar salir de ahí", dijo Meriance al medio británico que no obtuvo nunca una postura de Ong.

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