El mismo día en que el adolescente afroamericano Ralph Yarl recibía tres disparos por tocar el timbre equivocado en la ciudad de Kansas, a más de mil 800 kilómetros de distancia hacia el este, Kaylin Gillis también perdía la vida en un tiroteo.
La joven de 20 años había salido de fiesta en compañía de un grupo de amigos cuando la caravana de vehículos en la que viajaba se confundió de trayecto en la pequeña localidad de Hebron, en el Estado de Nueva York y entraron por equivocación al terreno de un hombre de 65 años.
¿Qué pasó con Kaylin Gillis?
Kaylin y su grupo de amigos buscaban la casa de una amiga, pero entraron por error a un camino de tierra que daba entrada a la residencia privada de Kevin Monahan.
El hombre no dudó en apretar el gatillo, como había hecho horas antes Andrew Lester, el hombre de 84 años que disparó contra Yarl. En este caso lo hizo contra los dos autos y la moto en la que viajaba el grupo.
Si bien el joven afroamericano salió con vida del tiroteo, Kaylin no corrió con la misma suerte. Monahan sólo disparó dos veces, pero una de las balas se alojó en el cuerpo de la joven, quien perdió la vida.
Gillis era una de las ocupantes del último vehículo que abandonó el camino de tierra cuando se produjeron los disparos. Estaba en el asiento del copiloto. Monahan hizo los disparos desde la parte trasera del lado del conductor, según la reconstrucción de los hechos llevada a cabo por el sheriff del condado de Washington, Jeffrey Murphy.
No hubo nada que se pudiera hacer por Kaylin
Los jóvenes huyeron rápidamente de la zona y condujeron ocho kilómetros hasta llegar a la localidad de Salem, cerca al Estado de Vermont. Fue entonces cuando consiguieron algo de cobertura y se pusieron en contacto con el 911, sin embargo, cuando los equipos de emergencia llegaron al lugar ya era tarde. No pudieron reanimar a Kaylin, que perdió la vida a consecuencia del disparo, explicó el sheriff en su comparecencia ante los medios.
El asesinato conmocionó al país, especialmente después de que trascendiera el tiroteo que casi termina con la vida de Ralph Yarl. Este caso no tuvo los mismos condicionantes racistas pues Yarl era un adolescente negro y su tirador, un hombre blanco. En el caso de Kaylin tanto ella como su presunto asesino, Kevin Monahan, eran blancos. Aún con esto, el caso reabrió el debate en Estados Unidos sobre las armas de fuego y la existencia de leyes que permiten –no en Nueva York, pero sí en otros 25 Estados– utilizar la fuerza letal en caso de peligro.
El abogado del presunto asesino de Kaylin, Kurt Mauser, dijo a la CNN que su cliente no sabía que las balas habían alcanzado a alguien. Monahan le reveló que había varios vehículos en la entrada de su casa, incluida una motocicleta, y que “aceleraban los motores y se acercaban a la entrada a gran velocidad”, pero algunos vecinos que han hablado con la prensa local aseguran que el hombre de 65 años era conocido por tener poca paciencia con los visitantes.
Asesinato en segundo grado
Monahan ha sido acusado de asesinato en segundo grado por un ataque que el sheriff del condado ha descrito como “no provocado e inexplicable”.
“No puedo imaginar que esto sea algo de lo que sea capaz alguien que es mi vecino”, declaraba Adam Matthews, uno de los poco más de mil 700 habitantes de la localidad de Hebron, al New York Times. “No sé qué lleva a alguien a actuar a ese nivel”.
Los padres de la víctima, Angelique y Andrew Gillis, recordaron en varios mensajes de Facebook a su hija como un “alma hermosa” y agregaron: "Nos la han arrebatado demasiado pronto y estamos destrozados. Nuestra familia nunca será la misma, pero nos guiaremos por la positividad, el optimismo y la alegría de Kaylin mientras aprendemos a vivir con su pérdida”.