El tres veces primer ministro italiano Silvio Berlusconi falleció tras una lucha de más de un año contra la leucemia, lo que pone fin a una era en Italia.
Aunque hace días fue dado de alta tras más de un mes en Cuidados Intensivos, el magnate y fundador del partido Forza Italia recayó, lo que forzó a un nuevo ingreso el fin de semana en el Hospital San Raffaele, en Milán.
Desde temprana hora la prensa elevó las alertas por su salud al adelantar que toda la familia del dueño del imperio Mediaset se dirigía a la zona, porque la condición del populista se agravó a causa del cáncer crónico. Poco después se confirmó el deceso de una de las máximas figuras del país como artífice de una nueva Italia, quien estuvo acompañado hasta sus últimos momentos por sus cinco hijos y su actual pareja Marta Fascina—50 años menor—.
Uno de los hombres más ricos de la nación europea, cuyo imperio incluye al club de futbol Milan, comenzó su carrera política en la década de los 90 y casi hasta sus últimos años, pues, aunque se alejó por escándalos, seguía vigente y su partido era parte de la alianza que llevó a Giorgia Meloni al cargo que él ocupó.
Con la apuesta en un nuevo manejo interno y de Política Exterior, Il Cavaliere de Italia enfrentó a partidos tradicionales y se abrió paso con bandera populista, al aprovechar su carisma e industria televisiva y explotar su estrategia de declararse víctima, para convertirse en el primer ministro en 1994, hecho que se repitió dos periodos más (2001-06 y 2008-11).
Sectores en los que tuvo gran presencia, como político, empresarial y deportivo, destacaron que Italia perdió a un gran protagonista, pues su populismo traspasó fronteras, pues líderes copiaron su fórmula como el propio Donald Trump —quien busca otra vez la presidencia de Estados Unidos—. Berlusconi se caracterizó por políticas antimigrantes casi xenófobas, una personalidad controvertida y en ocasiones altamente irónica y airados reclamos a la oposición, a la que acusó de obsesionarse al tratar de eliminarlo, hecho que finalmente provocó su dimisión como premier la década pasada.
Esa personalidad fue la misma que desató incontables condolencias por su fallecimiento. El gobierno decretó luto para que las banderas ondeen a media asta para su funeral, tema en el que la Archidiócesis de Milán se adelantó a las autoridades y confirmó que lo despedirán con honores en un funeral de Estado.
La Iglesia reveló que mañana, sin adelantar un horario, la catedral o Duomo recibirá el féretro del político recordado por sus injertos de cabello. La prensa italiana informó que la familia y círculo cercano encabezará el adiós en privado en la Villa de Arcore y en las instalaciones de su emporio, proceso al que no darán acceso al público, por temas de seguridad.
Pero el próximo 14 de junio trasladarán sus restos al Duomo para darle el último adiós a cargo de monseñor Mario Delpini, ceremonia en la que se espera la presencia del presidente Sergio Matarella y del gran furor ciudadano, sector que seguirá la transmisión desde pantallas instaladas afuera del recinto, de acuerdo con la firma familiar Mediaset, misma de la que no hay destinado un heredero, según fuentes ligadas a los Berlusconi y a las empresas del expremier.
En tanto, la comunidad mundial, presidentes, primeros ministros, empresarios y hasta el Papa elogiaron su influencia y su huella en la política y renovación de Italia.
Aún desde el hospital, en plena recuperación, el Pontífice Francisco destacó el “temperamento enérgico” del líder, mientras mandatarios aplaudieron la forma en que marcó al país y Europa con su coraje, pues reconocieron su labor para dar forma a la Italia contemporánea.
La primera ministra Meloni relató que se queda con el coraje con el que se abrió camino en el país, mientras que el expremier Matteo Renzi alabó el impacto sin precedentes en ámbitos como la economía, deportes y televisión.
Incluso, entre los mensajes destaca el del presidente ruso, Vladimir Putin, quien en medio de la guerra contra Ucrania aseveró que su “amigo” fue un político poco usual al ser muy franco y honesto, hecho por el que Italia y el mundo lloraran su irreparable pérdida.
Sin embargo, sus críticos pidieron no olvidar las manchas en ese legado. Enfatizaron los escándalos que lo salpicaron en su carrera, desde fraude y corrupción, hasta conductas sexuales cuestionables por incitar la prostitución al invitar a menores de edad a sus conocidas fiestas “bunga, bunga”.
Pese a las polémicas, libró varias acusaciones, incluso señalamientos de estar aliado con la mafia italiana, por demostrar su inocencia, sino porque los casos prescribieron. Tema en el que resalta su inhabilitación por seis años por un fraude, misma que terminó en 2018 y le permitió volver al Parlamento.
