Nos recordaron al 'Chavo del ocho'

Pineberry: las peculiares y deliciosas fresas blancas que saben a piña

Estas frutas son demasiado particulares, pues aunque tienen un aspecto de fresas blancas, el sabor que tienen no es precisamente el de una fresa convencional

Las pineberries tienen sabor a... ¡piña!
Las pineberries tienen sabor a... ¡piña! Foto: Especial

Hasta parecen de juguete. Es más, las hemos visto en los aparadores como empaque de brillo labial. Hay tantas frutas que nos son desconocidas en el mundo, que nos estamos privando de no sólo conocer, sino de probar sus sabores peculiares.

Al enterarnos de estas fresas blancas con sabor a piña, definitivamente nos acordamos de esa escena del "Chavo del ocho" en donde pide un agua de limón que parece de tamarindo, pero que sabe a jamaica. ¿Por qué? Porque estas fresas llamadas Pineberry son fresas blancas que no saben a fresa, pero sí saben a piña. No te mentimos. Aquí te contamos un poco más sobre ellas.

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Pineberry, las fresas blancas que saben a piña

Esta especie de fresa es un híbrido natural que surgió a mediados del siglo XVIII de manera accidental, aunque no sufrió modificación genética. Decíamos, es un híbrido natural de dos variedades de fresas americanas: la Fragaria virginiana de América del Norte y la Fragaria chiloensis de América del Sur.

Hace dos décadas, un grupo de agricultores holandeses optaron por recuperar esta variedad. Debido a su sabor, entre fresa y piña, se bautizó como Pineberry, una combinación de los vocablos pine (piña) y berry (baya).

Estas fresas tienen pulpa interior blanca, semillas rojas y un color externo que puede ir del blanco marfil al rosado tenue, todo a causa de una deficiencia en una proteína que impide que sean rojizas.

Las pineberries tienen sabor a... ¡piña!
Las pineberries tienen sabor a... ¡piña! ı Foto: Especial

Sus propiedades son nutritivas

Estas pineberries se dan en primavera y entre sus propiedades están la vitamina C, la fibra, los antioxidantes, bajo aporte calórico y, aunque cultivarlas es costoso, su producción a pequeña escala hace que los precios sí sean muy altos. En Japón, por ejemplo, se pagan hasta 60 euros por una docena, algo así como mil 121 pesos mexicanos.

¿Pagarías eso al menos una vez por probar esta delicia?

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