Tras intensos combates y una operación que se extendió casi dos días, el ejército de Israel abandonó Yenín al “completar la misión”, no sin antes advertir a terroristas que volverán al “semillero de terror”, tras el saldo fue de 13 muertos, entre ellos un soldado israelí, 100 heridos, 120 detenidos y más de 20 objetivos destruidos.
Aunque el primer ministro, Benjamin Netanyahu, anticipó una larga estancia para erradicar el terrorismo, ayer las Fuerzas de Defensa (FDI) concluyeron la mayor redada en ese punto crítico a 44 horas de arribar, en medio de fuertes críticas de la oposición, activistas y organizaciones a nivel mundial. Pero a su salida enfrentaron un intento de embestida de la Brigada de Yenín y una amenaza aérea cuando resonaron las sirenas en su territorio por un ataque con misiles.
“Estamos completando la misión”, declaró el premier a la prensa a 10 kilómetros de distancia de Cisjordania al evaluar el golpe a enemigos que conspiran con Hamas y la Yihad Islámica y garantizó que ésta no será la última incursión, pues “no permitiremos que Yenín vuelva a ser un hervidero del terror”.
Su declaración fue reforzada por mandos militares al celebrar la eliminación de gran parte de la infraestructura rival.
Según el diario Times of Israel, eliminaron ocho almacenes de armas, seis laboratorios de explosivos y tres centros de operaciones, así como decenas de explosivos improvisados en zonas subterráneas o al interior de mezquitas como la de Al Anzar, lo que corrobora que usan centros religiosos para planear ataques.
Asimismo, se indicó que hubo un gran número de arrestos, luego de interrogar a 300 sospechosos en la llamada “fábrica del terrorismo” tras apuntar contra 150 milicianos, presuntos orquestadores de atentados contra Tel Aviv, pese a que los palestinos sufren más bajas con un promedio de una diaria en lo que va del 2023, según la Autoridad Palestina.
Pero el ministro de Defensa, Yoav Gallant, aplaudió el esfuerzo antiterrorista al resumir que en este fuerte golpe sus soldados “cortaron el proceso de fabricación de armas y destruyeron decenas de sitios de producción”.
Pese a advertencias de presuntas violaciones a derechos humanos y posibles crímenes de guerra, el jefe del Estado Mayor presidencial, Herzi Halevi, recalcó que siguen firmes para cerrarle el paso al terror, pues ésta es una persecución que aún no termina.
Y adelantó que ya saben por dónde ingresar y “en el momento que elijamos”, elevando la presión contra mandos que se cree huyeron al infiltrarse entre los tres mil residentes que evacuaron ante el temor de morir en nuevas redadas. Por ello, apuntó: “Quienquiera que haya huido, lo encontraremos”, mientras las FDI adelantaron que la incursión que inició el pasado 3 de julio dejó la puerta abierta a futuras operaciones.
Sin embargo, la salida no redujo la tensión, pues casi una hora después se activaron las sirenas antiaéreas al sur de Israel. El ejército confirmó que el rival lanzó cinco misiles, pero ninguno alcanzó un blanco al ser interceptados por su cúpula de hierro, minimizando la amenaza al anticipar represalias, pues Netanyahu insistió que no se intimidarían.
Previamente, las FDI corroboraron que sufrieron una baja, luego de que un soldado recibió un impacto de bala en el pecho. Pero no quedó claro si provino de un rival, ante especulaciones de posible “fuego amigo” al repeler un ataque cerca del Hospital Khalil Suleiman, donde terroristas abrieron fuego sin importar que había decenas de pacientes, entre ellos 20 en estado crítico de esta operación.
Dicho deceso no se compara con las 12 que confirmó la Autoridad Palestina al advertir al igual que la oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que la violencia sólo desatará más violencia, aunque Bibi desmintió casos de “fuerza excesiva” al rebajar las críticas.
Ejemplo de estas tensiones fue la aparente primera respuesta terrorista. Casi 24 horas después de la redada, un palestino de 20 años, identificado como Abed al-Wahab Khalila, arrolló a una multitud y después arremetió contra las víctimas y testigos al apuñalarlos; agresiones que fueron captadas por cámaras de seguridad en Tel Aviv, antes de que el autor fuera abatido por un civil.
Kobi Yekutiel, quien arriesgó la vida al accionar su arma, relató a medios locales que no tuvo otra opción y su única duda era si daría en el blanco, pues de lo contrario estaría entre las víctimas, pues al menos nueve personas resultaron heridas, entre ellas una mujer embarazada que perdió a su bebé.
El sujeto, quien no tenía permiso de ingresar a Israel, perpetró la represalia por lo ocurrido en Yenín, hecho que celebraron Hamas y la Yihad Islámica sin atribuirse el acto “heroico” al alardear que Israel pagará por su ofensiva, territorio que lucha con protestas en un nuevo rechazo a la polémica reforma judicial de Bibi.