En sólo dos días el mundo impuso igual número de récords en la temperatura global, tónica que científicos advirtieron se repetirá por semanas ante una severa ola de calor extremo.
Datos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) y los Centros Nacionales de Predicción Ambiental de Estados Unidos revelan que este 4 de julio el planeta alcanzó los 17.18 grados centígrados —desde 1979, cuando comenzó el registro histórico—, confirmando que el 2023 podría empatar como el año más cálido o convertirse en el peor.
Y es que tan sólo un día antes, el 3 de julio, se rebasó por primera vez la marca de los 17 grados, que data de agosto del 2016, según un recuento de la Universidad de Maine, en EU.
Ante esta situación, expertos en clima advirtieron que se trata de un panorama alarmante, al recalcar que el primer tope en casi una década ya fue desbancado por el termómetro del día siguiente, al catapultar al 4 de julio como el día más caluroso a nivel mundial.
Hecho que ya anticipaban científicos expertos al vaticinar condiciones adversas para los próximos meses ante un calor abrasador.
El especialista Robert Rohde compartió en Twitter los registros de Maine para advertir que los nuevos topes ocurrirán en sólo seis semanas. Hecho que respaldaron Zeke Hausfather, investigador del Berkeley Earth, y Leon Simons; el primero sostuvo que el récord inicial “promete ser sólo el primero de una serie de nuevos récords”, hecho que se cumplió casi de inmediato, mientras apuntó irónicamente “¿Recuerdas el récord global de temperatura del aire en la superficie de ayer?, se hizo añicos nuevamente”.
Por separado, el geofísico de la Universidad de Londres Bill McGuire calificó de “aterrador” este récord, pues se trata de hechos sin precedentes que obligan a redoblar la lucha climática, esto frente a un aumento histórico en emisiones de gases de efecto invernadero, que el mundo busca detener, sin medidas contundentes según el Acuerdo de París.
Ello coincide con reportes de que la mayoría de las naciones en todos los continentes están sufriendo olas duraderas de calor, mientras la Antártida, en pleno invierno, ya reporta condiciones climáticas atípicas, agravando el derretimiento de los glaciares.
Ante esta situación, hay cada vez más alertas, pues preocupa a la comunidad científica los alarmantes datos que se asocian a la combinación del fenómeno de El Niño —que arrancó temprano y que fue clave para que 2016 fuera el año más cálido— con la crisis climática con condiciones inusuales de verano. Escenario al que se suma el calentamiento global, ante la resistencia de gobiernos de abandonar los combustibles fósiles.
Al respecto, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) alertó que esta tendencia no se detendrá en el corto plazo, pues El Niño prevalecerá en gran parte del segundo semestre, lo que allana el camino a una probable alza en las temperaturas globales y condiciones extremas de calor. El secretario del organismo dependiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Petera Taalas, sentenció que ello “desencadenará un calor más extremo en muchas partes del mundo y en el océano” al exhortar a las naciones a responder a la emergencia y reducir el impacto en la salud, ecosistemas y hasta la economía.
Asimismo, se anticipa que este año se sigan batiendo máximos en torno al calor, en medio del reclamo de activistas para cumplir con las medidas previstas para evitar la temida alza de 1.5 grados centígrados, que meteorólogos prevén se alcance este año, por encima de los niveles preindustriales.
Dichas tendencias impactan no sólo en el aire, sino en la tierra y el mar, con temperaturas por encima del promedio histórico en los océanos. Pues desde junio pasado se advirtió, según informes, que se registrarían meses extremadamente cálidos en aguas internacionales con consecuencias devastadoras.
Un reporte previo de NOAA reconoció que había hasta “92 por ciento de posibilidades de que 2023 esté entre los seis años más cálidos y casi 50 por ciento de estar entre los tres peores”, pero ante la crisis climática es mucho más factible superar las condiciones de días y hasta décadas previos, hecho corroborado por la Agencia Espacial Europea (ESA).
Incluso, Rhode insistió que sin cambios para detener el calentamiento global somos arrastrados “a un mundo desconocido”, evidenciando que cada récord aporta nueva información sobre las condiciones de la Tierra, lo que impacta directamente en los ecosistemas y cultivos, que podrían ser devastados al provocar la muerte, pues favorece enfermedades infecciosas y la contaminación.