Luego de la disputa con líderes palestinos por la redada letal en Yenín, el Gobierno de Israel se enfrenta nuevamente al rechazo a la reforma judicial de Benjamin Netanyahu.
Como hace tres meses, la salida de un funcionario alentó las protestas masivas contra el intento del líder ultraderechista de tomar el control del Poder Judicial, pues el jefe de la Policía, Amichai Eshed, dimitió tras advertir que no permitiría una “guerra civil” en el país.
Al confirmarse el cese forzado de quien fue duramente criticado por resistirse a aumentar el uso de la fuerza contra los disidentes, similar a la destitución del ministro de Defensa, Itamar Ben-Gvir, que el régimen corrigió, miles de ciudadanos retornaron a las calles y bloquearon por horas la principal autopista en Tel Aviv para exigir la restitución de quien rechazó ejercer mayor uso de la fuerza contra rebeldes.
Y, horas después, el aludido informó que se mantendrá en el cargo hasta enero próximo al asumir el costo de su decisión y dar un plazo de casi medio año a Bibi para elegir a su sucesor, de acuerdo con el diario Times of Israel.
Sin embargo, las tensiones escalaron en las calles de la capital y regiones como Jerusalén cuando uniformados y elementos fronterizos intentaron dispersar a punta de cañones de agua a la disidencia, lo que sólo generó un mayor nivel de confrontación entre la derecha y la oposición con un saldo de al menos 25 detenidos, la mayoría en Tel Aviv, de acuerdo con fuerzas del orden.
Incluso se detalló que varios de ellos ya fueron acusados de accionar pirotecnia contra la Policía.
Dicha violencia se esparció por la zona cuando el conductor de un BMW arremetió contra quienes paralizaron la región. Éste aceleró para embestir a la multitud; aunque la mayoría lo evadió, al cierre de esta edición se detalló que dos mujeres resultaron heridas y el agresor fue detenido de inmediato, gracias a la intervención de los mismos manifestantes.