Como anticipó y el mismo día en que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, fue dado de alta tras una cirugía cardiaca, la ultraderecha en el Parlamento aprobó la primera ley de la reforma al sistema judicial, lo que desató protestas multitudinarias en el país.
Pese al rechazo de la oposición, que abandonó el Knesset durante la votación al grito de “vergüenza”, los aliados de Bibi aprobaron por 64 votos la medida que busca debilitar a la Corte y tribunales al dar al gobierno el poder de dictaminar casos “irrazonables”, con lo que dan forma al proyecto con el que el líder asumiría el control total, según disidentes.
Los conservadores resaltaron que con esta acción se da el primer paso para corregir el sistema de justicia, pero ello no calmó a miles de ciudadanos que exigen detener el plan que, aseguran, busca de-saparecer al único contrapeso.
Por ello desde temprana hora se dieron cita afuera del recinto parlamentario y en las principales carreteras de la región para externar su rechazo a las decisiones del gobierno, lo que provocó enfrentamientos con la Policía que intentó contener a los críticos de Netanyahu a chorros de agua y decenas de detenidos; pero lo único que consiguieron fue la promesa del premier de dialogar en la materia.
Pero el ex primer ministro Yair Lapid repudió tal acercamiento al tacharlo de un “espectáculo vacío” al que no se prestará, pues prevé una ruptura nacional. Y manifestantes y oposición sostienen que seguirán luchando para revertir este golpe democrático.