El expresidente de Brasil Jair Bolsonaro, discutió un posible golpe de Estado militar con líderes de las Fuerzas Armadas y ministros de gobierno como plan B ante una probable derrota frente al izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, reveló un aliado del ultraderechista.
A ocho meses del fallido atentado a la democracia, su exasesor Mauro Cid, detenido por liderar un grupo para alterar certificados de vacunas contra el Covid-19 e incitar a disidentes, expuso que el exmandatario convocó a esos sectores a evaluar la viabilidad de una respuesta militar, según los medios O’Globo y UOL, al cooperar con la Policía Federal (PF).
Dicho informe trastocó la confianza en la cúpula del ejército, pues Cid testificó que en la reunión se habló de un borrador del golpe, meses antes de que simpatizantes del ultranacionalista irrumpieran en el Poder Legislativo para evitar que Lula asumiera el Poder, documento que podría ser copia del decomisado al exministro de Justicia Anderson Torres.
Sin embargo, el plan no obtuvo respaldo, pues por unanimidad sus más cercanos rechazaron la intervención.
Cid dio nombres de supuestos cómplices, como el almirante Almir Garnier Santos, quien presuntamente admitió que sus tropas estarían listas para responder el llamado de Bolsonaro, aunque no apoyó abiertamente la medida golpista.
También detalló que el entonces asesor especial para Asuntos Internacionales de la presidencia, Felipe Martins, fue quien le facilitó el documento que preveía convocar a nuevas elecciones y hasta la detención de oponentes políticos.
Tras los hechos, la defensa del ultraderechista afirmó en un comunicado que su “gobierno nunca estuvo de acuerdo con ningún movimiento o proyecto que no estuviera respaldado por la ley; es decir, que siempre jugó dentro de las cuatro líneas de la Constitución”.
Y añadieron que el expresidente nunca violó los límites de la Carta Magna durante su gestión, al garantizar el Estado de derecho, pese a la derrota.