Una jueza de Texas autorizó un aborto que supera por más del triple el plazo impuesto para interrumpir un embarazo, un franco desafío al gobierno estatal que restringió ese derecho a sólo seis semanas de gestación.
La magistrada demócrata Maya Guerra Gamble respaldó la petición de la demandante Kate Cox, quien justificó que pese a su avanzado embarazo, de 20 semanas, no puede seguir con éste.
Los médicos diagnosticaron un riesgo fatal del feto: trisomía 18, una condición genética que amenaza su salud y su fertilidad, y la conclusión del embarazo.
Durante la audiencia, a la que acudió junto a su esposo, la mujer de 31 años apeló la medida impuesta por el Gobierno republicano al sostener que negarle la interrupción sería un “error judicial”.
Y relató que, de acuerdo con la recomendación de su ginecóloga, quien también acudió a la audiencia, requeriría otra cesárea, pues ya tiene dos previas, lo que complica sus posibilidades de sobrevivir; mientras que su abogada, Molly Duane, recalcó que el caso evidencia que “el aborto es una atención sanitaria esencial”, como alegan activistas en Estados Unidos tras el cambio estatal, derivado del revés de la Corte al caso Roe vs. Wade, pues calificó de “imperdonable” que se llegue a este escenario para otorgar ese derecho.
Con las pruebas mostradas, Guerra Gamble ratificó que el embarazo de Cox no era viable y le concedió una restricción temporal para garantizar el derecho de la madre de 31 años a proteger su vida, acción que ampara también a su ginecóloga para practicarlo y no ser procesada, como establece la ley estatal.
Incluso, la jueza resaltó que la demandante mostró su “deseo desesperado de ser madre”, pues tal interrupción no pone fin a su plan de tener más hijos.
Dicha acción supone un revés a la entidad de Greg Abbott que el año pasado aprobó que sólo se puede interrumpir un embarazo hasta la sexta semana de gestación, aunque ni el Gobierno ni la fiscalía texana fijaron su postura en torno a esta decisión