Bajo una fuerte presencia policial, miles de personas despidieron el viernes al líder opositor ruso Alexei Navalny en un funeral celebrado en Moscú dos semanas después de su muerte aún inexplicable en una colonia penal en el Ártico, evento que se vio ensombrecido por la detención de más de un centenar de personas.
El político, acérrimo crítico del presidente ruso, Vladímir Putin, fue enterrado en un cementerio en las afueras del nevado sureste de Moscú, con grandes multitudes esperando afuera de la iglesia, en filas que se extendieron por varios kilómetros, para luego dirigirse hacia su tumba, en escenas que desde hacía años no se veían en el país.
Según el equipo de Navalny, varias iglesias de Moscú se negaron a celebrar la misa. Finalmente, obtuvo permiso en la del Icono de la Madre de Dios Alivia mi Sufrimiento, donde la policía levantó barricadas e implementó vigilancia.
Tras llegar en un coche fúnebre a la iglesia, el ataúd salió el vehículo entre aplausos, flores y cánticos de “¡Navalny! ¡Navalny!”. Algunos gritaron “¡Tú no tenías miedo, nosotros tampoco!”, y “No a la guerra”.
Después de una breve ceremonia ortodoxa, de apenas 20 minutos, miles de personas marcharon hacia el cercano Cementerio Borisovskoye. Ahí, la madre de Navalny, Lyudmila, y su padre, Anatoly, se inclinaron sobre su ataúd abierto para besarlo por última vez mientras un pequeño grupo de músicos tocaba. Luego, un sacerdote colocó suavemente un sudario blanco sobre él y se cerró el ataúd.
La ONG OVD-Info denunció que la policía arrestó a 125 personas en 14 ciudades, el marco de funeral, lo que calificó como una estrategia para “intimidar a activistas y seguidores de Navalny”.
La mayoría de los arrestos se dieron en Novosibirsk, Ekaterimburgo y Moscú, con 14, 10 y seis personas, respectivamente. También, en Voronezh, Kazán, Nizhni Nóvgorod, Vladikavkaz, San Petersburgo, Ulán-Udé y Sochi e, inclusive, entre quienes se movilizaban desde diversas ciudades del país hasta la capital para asistir al sepelio.
