El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, repudió la violencia en las protestas propalestinas al advertir que no tolerará que el caos se apodere de las universidades, mientras suman dos mil detenidos y se reveló que sí hubo agitadores.
Tras críticas y una fuerte presión política por las elecciones de noviembre próximo, el demócrata se pronunció por primera vez contra los disturbios de jóvenes que rechazan la guerra en Gaza al tachar a Israel de “genocida”.
En un breve discurso admitió que esta situación puso a prueba la libertad de expresión y el Estado de derecho, pero recalcó que ello no justifica el vandalismo. “Tampoco somos un país sin ley”, externó al cuestionar los delitos cometidos por los jóvenes en supuesta defensa de Palestina, donde han muerto 35 mil 500 personas en la guerra contra Hamas, pero no abundó sobre los desalojos escolares.
Y hasta se lanzó contra disidentes por agresiones, allanamiento de morada y toma de edificios documentados por los campus, policías y medios de comunicación, luego de que en los primeros minutos de ayer varios grupos de seguridad ingresaran a la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). Por ello, instó a la comunidad estudiantil a mantener el orden, pues amenazar, intimidar y destruir propiedad privada no son actos pacíficos como alegan quienes defienden la instalación de esos campamentos.
Biden abundó que un reclamo legítimo lo convirtieron en un grave desorden que provocó el cierre de planteles, obligando a concluir el semestre en línea, y la suspensión de graduaciones por temor de que actos antisemitas, islamófobos y contra árabes y palestinos sean los protagonistas de esas ceremonias, al tiempo que rechazó cambiar sus políticas sobre Medio Oriente.
En contraste, alumnos de la UCLA denunciaron que fueron golpeados en el pecho y estómago por policías con su equipo táctico al relatar múltiples violaciones a sus derechos tras negarse a retirar su campamento.
Otros dijeron que les lanzaron gas lacrimógeno y balas de goma para amedrentarlos y criticaron a la escuela por deslindarse de las agresiones en las que incluso un docente terminó con nueve costillas rotas, según Associated Press, agencia que reportó que el fiscal de Manhattan, Alvin Bragg, expuso que en la irrupción previa en Columbia, Nueva York, un oficial disparó en el recinto, pero no hubo universitarios cerca al momento.
Y en medio de estos jaloneos sobre ataques de ambos lados, pues en otras escuelas varios policías resultaron heridos, el líder de la Casa Blanca descartó enviar a la Guardia Nacional para reforzar dicho control. Al ser cuestionado sobre la propuesta del líder de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, respondió tajantemente “no”, mientras crece el furor por estas protestas.
Horas después, más directivos establecieron nuevos plazos para obligar a estudiantes a desalojar los puntos tomados, como en Rutgers, Nueva Jersey, donde amagaron con expulsar a los vándalos, a quienes acusaron de tomar las instalaciones para interrumpir los exámenes finales, o serían arrestados como en la UCLA, según un comunicado.
En tanto, en NY y en Massachusetts se confirmó la presencia de presuntos agitadores, pues en medio de estos choques en al menos tres universidades se detectó que más de la mitad de los aprehendidos no están registrados en los planteles.
La Policía neoyorquina informó que en Columbia y City College había más ajenos, señalados como presuntos infiltrados, que jóvenes afiliados a dichos campus; incluso se precisó que en el primer caso 102 de los hasta 179 arrestados el pasado 30 de abril no tenían relación con la academia, por lo que el alcalde, Eric Adams, sostuvo “no seremos una ciudad sin ley” al exhibir que éstos entrenaron a los alumnos para escalar el vandalismo.
Dicha escena se replicó en Northeastern donde 63 de 98 capturados fueron identificados como no estudiantes, lo que expone presuntos intereses políticos y hasta anticipa penas más severas por su entrada ilegal y hasta robo en las protestas ligadas a conductas de odio.
Israel pierde otro aliado
Turquía puso en pausa su lazo comercial con Israel por la guerra en Gaza, sólo un día después de que Colombia anunciara un rompimiento.
Por orden del presidente, Recep Tayyip Erdogan, se interrumpieron las importaciones y exportaciones, reveló el ministro de Exteriores israelí, Israel Katz, al tachar de “dictador” a ese mandatario. Pero respondió que tal decisión no los afectará, pues tienen alternativas gracias a la producción local y relaciones con otros aliados dentro y fuera de la región.
Tras el anuncio, Ankara respondió que la medida se mantendrá hasta que Tel Aviv permita el flujo ininterrumpido de la ayuda humanitaria en medio de la grave crisis por la que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) alertó que la reconstrucción en la Franja podría tardar 16 años, con lo que Turquía endurece su postura con nuevas restricciones por los ataques en Gaza.
