La demanda de agua, la contaminación y el impacto climático aumentan el estrés hídrico a nivel mundial anticipando una grave escasez para 2050.
Dentro de 30 años se anticipa un panorama desalentador, pues según una revisión de la Fundación Aquae, la demanda de ese recurso aumentará significativamente para el uso doméstico, la producción eléctrica y la industria. Y de esos rubros el que resalta más es el último, en el que escalará hasta 400 por ciento el estrés hídrico, fenómeno en el que la demanda es más alta que la cantidad disponible.
Escenario en el que incide el total de la población a nivel mundial. Y es que se estima que a mitad de siglo el planeta superará los 7.5 millones de personas, de las que hasta 75 por ciento vivirá con esa condición al menos un mes cada año, lo que representa un alza de más de 50 por ciento en comparación con el índice actual, según informes publicados por las Naciones Unidas, restringiendo el acceso al líquido.
Pero la situación podría ser mucho peor por el calentamiento global que eleva el riesgo de quedarse sin acceso a agua potable, anticipando mayores retos en varias regiones. Tema en el que destaca que la calidad del agua de ríos se ha deteriorado, pues desde la década de los 90 se detectó un fuerte impacto de la contaminación, lo que recuerda los llamados de climátólogos e investigadores a revertir el daño ante la emisión de gases de efecto invernadero.
Otros riesgos
A esta demanda se suma el riesgo de inundaciones en todo el mundo, pues según estimaciones de la Fundación Aquae dicho peligro se incrementará hasta 33 por ciento al pasar de 1.2 mil millones a 1.6 mil millones de personas que sufrirán las consecuencias de las anegaciones.
Incidencia que afectará principalmente en los llamados “cinturones de sequía”, como México, partes de América del Sur, el sur de Europa, China, Australia y Sudáfrica, lo que confirma, como han advertido expertos, que estos fenómenos serán cada vez más devastadores; ejemplo de ello es Brasil que en días pasado sufrió las peores en Río Grande do Sul, mismas que en una semana ya cobraron la vida de más de 100 personas en Brasil.
Factor al que se suma las condiciones cada vez peores de los aquíferos, pues según la NASA la tercera parte de hasta 37 analizados se queda sin reservas, mientras que un total de 21 están perdiendo agua a niveles preocupantes.
JVR