La directora del Servicio Secreto de Estados Unidos Kimberly Cheatle renunció a su cargo después de las fuertes críticas que recibió a causa de la supuesta falta de seguridad durante el evento en Pensilvania donde fue atacado Donald Trump, candidato republicano a la presidencia de ese país.
Después de que Cheatle compareció ante la Comisión de Supervisión de la Cámara de Representantes el lunes, medios internacionales como la agencia BBC reportaron este martes la renuncia de la funcionaria, quien fue el alto mando de la seguridad durante el evento del republicano.
Sin embargo, la misma Comisión confirmó la noticia este martes a través de sus redes sociales: “La audiencia del Comité de Supervisión dio lugar a la dimisión de la directora Cheatle y habrá más rendición de cuentas por venir”, se lee en una publicación.
“En la audiencia de ayer del Comité de Supervisión, la directora Cheatle no infundió confianza en su capacidad para garantizar que el Servicio Secreto pueda cumplir su misión de protección”, abunda la Comisión.
“Los atroces fallos de seguridad que se produjeron antes y durante el mitin de campaña de Butler, Pensilvania, provocaron el intento de asesinato del presidente Trump, el asesinato de una víctima inocente y daños a otras personas entre la multitud”, concluye.
En el mismo sentido, la Comisión destacó que, si bien la renuncia de Cheatle es “un paso hacia la rendición de cuentas”, sigue siendo necesaria una revisión completa de cómo se produjeron los fallos de seguridad.
Kimberly Cheatle enfrentó duras críticas por los fallos de seguridad en el evento realizado en Butler, Pensilvania. Particularmente, a causa de que no se asegurara el tejado del edificio industrial en el cual se encontraba el hombre armado, mismo que se encontraba fuera del perímetro de seguridad, decisión fuertemente criticada.
De acuerdo con la agencia Reuters, Cheatle se negó a responder las preguntas de los legisladores sobre este fallo de seguridad, si bien se atribuyó la responsabilidad del fallo de seguridad que analistas han considerado el más grande desde 1981, cuando el entonces presidente Ronald Reagan fue atacado con arma de fuego.
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