Miles de manifestantes se congregaron este sábado en el centro de Valencia para expresar su indignación por la gestión del presidente regional, Carlos Mazón, durante las devastadoras inundaciones que han cobrado más de 220 vidas, lo cual lo ha convertido en el desastre natural más mortífero en Europa en décadas.
A través de pancartas con lemas como “¡Nos mataste!" y “Nuestras manos están manchadas de barro, las vuestras de sangre“, los manifestantes exigieron la dimisión de Mazón, líder del conservador Partido Popular.
Algunos arrojaron botas llenas de barro frente a la sede del gobierno regional, mientras otros se enfrentaron con la policía antidisturbios, que utilizó porras para dispersarlos frente al ayuntamiento.
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El principal reclamo contra Mazón es la demora en emitir alertas de emergencia el 29 de octubre, cuando ya habían pasado horas desde que el agua comenzó a inundar diversas localidades.
Según el gobierno regional, la alerta oficial se envió a los teléfonos móviles después de las 20:00 horas, pese a que el servicio meteorológico nacional (AEMET) había emitido una alerta roja a las 7:30 de la mañana.
Organizaciones y residentes afectados sostienen que la respuesta de las autoridades fue lenta y caótica. Mientras tanto, miles de voluntarios fueron los primeros en asistir a las áreas más dañadas, mientras las fuerzas de seguridad y los refuerzos del gobierno central tardaron días en llegar.
Anna Oliver, presidenta de Acció Cultural del País Valencià, destacó que las protestas buscan visibilizar la "indignación y rabia por la mala gestión de un desastre que pudo haberse mitigado". Municipios y entidades locales tomaron medidas preventivas, como cerrar instalaciones públicas, antes de que la administración regional emitiera sus advertencias.
Carlos Mazón ha defendido su actuación argumentando que la magnitud del desastre era imprevisible y acusó a organismos centrales de no proporcionar suficiente información. Sin embargo, las críticas apuntan a una falta de preparación y coordinación, especialmente en una región donde los fenómenos climáticos extremos son cada vez más frecuentes.
Con 80 personas aún desaparecidas y miles más desplazadas, la región de Valencia sigue enfrentando una crisis humanitaria. Las calles de las zonas más afectadas permanecen cubiertas de barro y escombros, mientras los residentes claman justicia por lo que consideran un fracaso institucional que costó vidas.
Información de Associated Press y Reuters.
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