El régimen sirio de Bashar al Assad fue derrocado tras 24 años en el poder, la mitad en guerra, ante lo que el tirano huyó bajo la protección de su homólogo, Vladimir Putin, pese a que Rusia e Irán reducen su influencia al perder este bastión.
A menos de 24 horas de la entrada histórica de rebeldes liderados por Abu Mohammed al Jolani a Damasco, quienes en unos 10 días —coincidentemente desde que comenzó el alto al fuego entre Israel, Líbano y Hezbolá— perpetraron una ofensiva “relámpago”, la mayor desde 2020, el tirano admitió su derrota tras el avance de insurgentes de Hayat Tahrir al Sham (HTS) en Alepo, Hama y Homs y escapó por voluntad con su familia.
Según el primer ministro, Mohamed Ghazi al Jalali, y medios árabes la madrugada de ayer el dictador abordó un vuelo con rumbo desconocido; de inmediato la población harta de la represión que mató a miles de inocentes celebró al grito de “¡libertad!”, derribando estatuas del político y su padre, Hafez al Assad —quien le heredó el poder al morir— e importantes saqueos en el Palacio presidencial y hasta embajadas como la iraní.
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Ante una salida sin destino y problemas en el vuelo, al perder altitud bruscamente tras cambiar varias veces su ruta, según el rastro de FlightRadar24, se especuló la posible muerte del oftalmólogo, lo que el Kremlin apagó al confirmar que su aliado y su familia fueron asilados “por motivos humanitarios” tras anunciar, según un comunicado, que Bashar al Assad renunció al poder y acordó en supuestas negociaciones con rebeldes una transición pacífica, sepultando la influencia regional de Moscú y Teherán.
Hecho que corroboró su premier al abrirle las puertas a la disidencia para convocar a elecciones, pues se comunicó directamente con Abu Mohammed al Jolani, artífice de esta caída histórica, para reducir la incertidumbre mientras circulaban las primeras imágenes del ahora expresidente en territorio aliado, donde estudia uno de sus hijos, y se cree que cómplices siguieron sus pasos hacia Moscú, Egipto y Emiratos Árabes Unidos.
Todo esto derivado del golpe rebelde, que en menos de 15 días forzó el fin de una dinastía familiar que gobernó desde 1970, pero reivindicó que su lucha fue para resurgir de los escombros, pues su líder, un exmando de Al-Qaeda y señalado como terrorista por Occidente, aseveró a su pueblo que Siria tendrá una “nueva historia”, pues ellos la escribirán para que se respeten los derechos humanos, con el desafío de demostrar que la unificación entre facciones es posible luego de la histórica victoria que la prensa y analistas destacan fue producto de aprovechar el momento, ante la debilidad de un ejército sin poder y el momento más vulnerable de Siria, que se quedó sin apoyo de Irán y Rusia, regímenes enfocados en sus propios conflictos con Israel y Ucrania, respectivamente.
Ante la crisis, países árabes y del mundo piden no abandonar a Siria, ante un “momento decisivo”, de riesgo e incertidumbre, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y Estados Unidos.
Pero queda en vilo cómo será la transición mientras siguen los festejos con la liberación de cientos de presos, disparos al aire, el retorno de miles de familias a sus hogares y un toque de queda con la apuesta de mostrar su capacidad para cambiarle el rostro a Siria, ante temores de una nueva agitación del tablero geopolítico en Medio Oriente y sus repercusiones, frente a un saldo de mil muertos, según la prensa.
Y destaca que el mismo día de la huida de Al-Assad, EU e Israel lanzaron ataques contra objetivos en ese territorio.
El primero lanzó una oleada con aviones de guerra B-52, F-15 y A-10 contra 75 blancos del Estado Islámico para evitar que éste restablezca su poder, según el Comando Central, mientras que la prensa árabe dio cuenta de una ofensiva israelí contra posiciones militares abandonadas en Damasco, lo que el gobierno de Benjamin Netanyahu justificó para evitar que un importante arsenal de cohetes y misiles quede en manos rivales, pero también se apoderó de territorios desmilitarizados y cree que este escenario incidirá en la recuperación de los 100 rehenes que siguen en Gaza, ante la derrota de grupos terroristas.
Y tras la sacudida al régimen, Joe Biden, presidente de EU, alzó la voz; por un lado celebró la caída de éste como “acto de justicia”, pero advirtió que vigilarán Siria de cerca para evaluar “sus palabras y acciones”, al tiempo que ofreció enviar a una delegación para atender posibles daños colaterales en la región. En tanto, ante la convulsión, Moscú solicitó una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU para abordar la crisis y hasta posibles consecuencias.