A horas de la caída y huida del dictador Bashar al Assad rebeldes sirios avanzan hacia la reconstrucción del país con miras a garantizar un gobierno que respete las libertades, con los ojos del mundo encima para evaluar su capacidad y por el riesgo del resurgimiento del terrorismo.
Mientras miles de refugiados en Turquía y Líbano vuelven a su territorio tras meses o años de escapar, el movimiento islámico musulmán Hayat Tahrir al Sham (HTS u Organismo de Liberación) busca dar paso a la promesa de una “nueva historia” y ya designó a su encargado.
La cadena árabe Al Jazeera informó que Mohammed al Bashir, líder moderado, fue el elegido para “gestionar la fase de transición”, lo que implica sentar las bases del cambio, y se convierte en una especie de primer ministro como sustituto del actual premier, Mohammad Jalali, quien aceptó coordinar el proceso tras la primera reunión tripartita con él y el líder insurgente Abu Mohammed al Jolani o Ahmed al-Shara, según la televisión siria.
Ante este complicado panorama la agrupación islámica sostiene que, pese a dificultades por la indefinición de una autoridad única y la lucha de facciones en busca de poder, es posible sellar una gestión civilizada, alejada del caos y de la represión que permeó por décadas. Incluso, ya ofrecen a su gente y ante potencias que observan a distancia un gobierno descentralizado, preservar la propiedad pública, no impondrán una manera de vestir a las mujeres, no habrá distinciones, pese a marcadas divisiones étnicas y religiosas, al incluir a todas las minorías, y se garantizará amnistía a presos, de quienes no se sabía nada desde que estalló la guerra en 2011, y a funcionarios ligados a actos de corrupción, según publicaciones en Telegram.
Con ello, el mando que quiere ser conocido como Ahmed al-Shara, para dejar atrás su nexo con Al-Qaeda, muestra su intención de calmar la tensión y buscar legitimidad tras el golpe en sólo 11 días, lo que generó reacciones dentro y fuera de la región par afianzar su control.
Para ese paso Turquía alza la mano, tras un respaldo histórico a rebeldes de HTS; el presidente de esa nación, Recep Tayyip Erdogan, los reconoció como “héroes” y su ministro de Exteriores, Hakan Fidan, confirmó que está en contacto con todas las partes para acompañarlos en la estructuración de su nueva gobernanza. Y la comunidad global ve en Ankara a un mediador para tener contacto con HTS.
Pese a renuencias de acercarse a éstos por su antiguo vínculo con Al-Qaeda, varias naciones se dicen dispuestas a trabajar con los insurgentes, como Estados Unidos, Francia y Egipto — que mediaron también en Gaza y Líbano—; así como Alemania y Reino Unido, pues éste último evalúa la posibilidad de eliminar al grupo de la lista de terroristas para garantizar una relación a futuro, según declaraciones obtenidas por la cadena BBC, mientras Europa pide a los líderes rechazar todo tipo de extremismo mientras afianzan su control para evitar otro caos.
Esto mientras la población trata de asentarse en esta nueva vida a la espera de definir al gobierno y regresa a la normalidad, entre ellos prisioneros del régimen que en las últimas horas abandonaron entre temor las duras cárceles de Al Assad, como Sednaya, en la que miles de víctimas fueron sometidas a tortura y actos inhumanos y donde, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, fueron asesinados 30 mil disidentes.
En la zona, a la que miles acudieron para saber si sus familiares sobrevivieron a las atrocidades y brutalidad entre ejecuciones, enfermedades y hambruna, se cree que hay celdas ocultas o subterráneas, ideadas para acabar con cualquier vestigio de disidencia, lo que rastrean Cascos Blancos o la Defensa Civil Siria.
En este escenario Israel continuó por segundo día ataques selectivos en ese territorio y desató un choque con la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Se reportó que la ofensiva fue dirigida para eliminar armas químicas, al recordar que el régimen prometió abandonarlas después del rechazo mundial en 2013 por lanzar gas sarín a milicias, acto en el que la dictadura mató a mil 400 personas.
En tanto, el organismo liderado por António Guterres recriminó la “violación” judía en una zona desmilitarizada luego de la incursión de tropas en los Altos del Golán, pero el gobierno de Benjamin Netanyahu precisó que se trata de un acto “limitado y temporal”, de acuerdo con el embajador israelí ante la ONU, Danny Danon, al informar que la intervención es para “salvaguardar nuestra seguridad”, pues la zona representa una amenaza si es controlada por grupos terroristas.