Joe Biden concluyó su mandato con medidas preventivas para proteger a su familia al anticipar una posible persecución política.
Con la mira mundial sobre la nueva investidura de Donald Trump, la Casa Blanca difundió la última acción del demócrata: un indulto a sus hermanos James, Valerie y Francis y a las parejas de los dos primeros al advertir que las “amenazas incesantes” seguirían bajo el nuevo gobierno.
Sentenció que el fin de su periodo no implica que se acaba la motivación política por lo que replicó el “perdón” de diciembre pasado a su hijo Hunter Biden, quien enfrentó juicios por posesión ilegal de un arma y evasión fiscal, aunque acotó que ello no implica alguna “admisión de culpabilidad”, pues el poder presidencial también aplica en caso de procesos judiciales en puerta.
Biden reconoció que debía actuar antes de un agravio al detallar que una acusación puede causar un “daño irreparable a su reputación y finanzas”, por lo que garantizó la tranquilidad de su familia ante posibles represalias. Tema en el que criticó otra vez el uso del sistema de justicia como arma política, mensaje del que hizo eco el magnate en el pasado al evidenciar una supuesta “cacería de brujas” en su contra desde el gobierno.
Pero éstos no fueron los únicos indultos antes de partir a Maryland como expresidente. Concedió el perdón a políticos a quienes tiene en la mira el republicano como miembros del Comité Especial que lo investigó por el asalto al Capitolio, el exasesor médico durante la pandemia Anthony Fauci y el exjefe del Estado Mayor Conjunto Mark Milley a quienes amagaron con ser juzgados, pero Biden dijo que “no merecen ser objeto de una persecución injustificada”.
Dicha lista también incluye a la excongresista Liz Cheney, a quien Trump pidió indagar, y al activista indígena Leonard Peltier, quien lleva casi cinco décadas en prisión por el supuesto asesinato de dos agentes del Buró Federal de Investigación (FBI, por sus siglas en inglés).
