Investigadores de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) evidenciaron el “legado de trauma” durante el régimen de Bashar al Asad en Siria.
La Comisión Internacional Independiente de Investigaciones se adentró en la región para evaluar la magnitud del daño ante los crímenes cometidos desde el Gobierno, pues previamente ya se conocían arbitrariedades sistemáticas perpetradas por el Estado, como arrestos sin sustento, tortura física y psicológica y desapariciones forzadas.
Y a más de un mes de la caída del dictador se confirmó que el escenario es “desgarrador” en el territorio de Medio Oriente al documentar múltiples casos de palizas brutales, descargas eléctricas, violaciones, mutilaciones y mucho más luego de recabar más de dos mil testimonios en torno a la brutalidad de Bashar al Asad y por la que aún hay miles de víctimas sin localizar, mismas que podrían estar en las fosas descubiertas u otros sitios clandestinos, incluyendo niveles subterráneos de inmuebles de gobierno y las mismas cárceles en las que ese líder derrocado cometía sus crímenes.
La ONU adelantó que ampliarán las investigaciones ante un acceso “sin precedentes”, al tiempo que ofreció que su entrada al país permitirá dar justicia a sobrevivientes y las familias afectadas al destapar la verdad del régimen y “garantizar que estos crímenes no se repitan nunca”, según declaraciones del líder de ese grupo, Paulo Sérgio Pinheiro.