Pese a dejar la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump se mantiene en los reflectores por su plan de volver a la Casa Blanca, pese al cúmulo de acusaciones en su contra.
Alejado de la política y redes sociales por el veto en Twitter, Facebook y YouTube —aunque la nueva directiva de la primera plataforma habilitó su cuenta—, el republicano usó políticamente los casos, al tacharlos como “caería de brujas”, pues respondió de manera similar a las audiencias del comité que investiga el asalto al Capitolio e imputaciones de fraude de la Organización Trump.
Luego de meses de estira y afloja con legisladores y autoridades de Nueva York, el punto máximo contra él ocurrió sorpresivamente en agosto cuando el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) allanó su mansión.
Horas después se reveló que agentes catearon la vivienda en busca de documentos confidenciales, que su equipo negó tener. Hecho que contradijo la Agencia al decomisar cajas de éstos.
Incluso se adelantó, que Trump y sus abogados podrían ser acusados de retención, obstrucción y destrucción de registros gubernamentales; no obstante, aún no concluye el proceso.
En tanto, el comité legislativo recomendó al Departamento de Justicia fincar cargos penales contra Trump por la insurrección, conspiración, fraude contra el Estado y obstruir un proceso oficial.
Y mientras otros casos siguen sin definición, el magnate anunció después de las elecciones intermedias, en las que su partido arrebató el control de la Cámara de Representantes, su intención de ser candidato presidencial, pero no tiene vía libre, pues republicanos no lo apoyan.