Los legisladores demócratas dejaron caer su guillotina sobre el presidente número 45 de Estados Unidos, en una histórica votación del Congreso que lo hizo ver como una amenaza para la seguridad de la primera potencia mundial.
Aunque su destitución está por verse, es un hecho que Donald Trump recibió una herida que será difícil de cicatrizar, acusado formalmente de abusar de sus poderes y de obstruir con maña las investigaciones en su contra en el Congreso.
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Después de un maratónico y salvaje debate de 11 horas, la Cámara de Representantes empujó al mandatario al banquillo de los señalados, al acumular enormes bancos de evidencia que lo ubicaron como el artífice de presiones, sobornos y movilizaciones políticas en el extranjero, para beneficiarse con miras a su reelección en 2020.
En el corazón de las acusaciones está Ucrania, el país que, de acuerdo con las investigaciones, fue objeto de las acciones ilegales, donde el presidente quería iniciar una investigación que resultara perjudicial para su posible rival electoral, Joe Biden.
“Después de tres años de siniestras cacerías de brujas, engaños, estafas, esta noche los demócratas de la Cámara de Representantes están tratando de anular las boletas de decenas de millones de estadounidenses patrióticos”
Donald Trump
Presidente de Estados Unidos
En el día mil 62 de Trump en el cargo, el Congreso condenó a un presidente poco ortodoxo que rebasó las líneas de lo políticamente correcto y puso a prueba a sólidas instituciones de Estados Unidos, con una serie de acciones unilaterales, algo que varios funcionarios de su propio gobierno calificaron de imprudentes.
La Cámara, controlada por los demócratas, aprobó dos cargos de juicio político —abuso de poder y obstrucción del Congreso— relacionados con los intentos del presidente de retener una millonaria ayuda militar a Ucrania y presionar a su gobierno para que investigue al exvicepresidente Biden.
Los legisladores votaron 230 a 197 para aprobar el artículo que acusaba abuso de poder y 229 a 198 en lo referente al cargo de obstrucción al Congreso.
Todos los republicanos votaron en contra. Entre los demócratas, como se esperaba, dos legisladores votaron “no” en el primer artículo y tres en el segundo.
La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi (demócrata por California), enmarcó los procedimientos a través de una larga mirada a la historia, con la que reivindicó el juramento de lealtad, el principio de “la república que representa”.
“Muy tristemente, ahora la visión de nuestros fundadores de una república se ve amenazada por las acciones de la Casa Blanca. Si no actuamos ahora, estaríamos abandonados en nuestro deber”, declaró Pelosi, la mujer más poderosa de Estados Unidos, quien activó el botón del juicio.
Así como se esperaba con garantía que el presidente fuera acusado, también hay un pronóstico en consenso de que el Senado lo declarará inocente, ya que la condena definitiva y su posterior remoción requerirían 67 votos en una cámara donde los demócratas y sus aliados tienen 47 escaños.
“Muy tristemente, ahora la visión de nuestros fundadores de una república se ve amenazada por las acciones de la Casa Blanca (...). Nadie está por encima de la ley, señor presidente”
Nancy Pelosi
Presidenta de la Cámara baja de EU
Si Trump resulta absuelto, iniciará un tramo tenso de su presidencia; su reacción, quizá vengativa, sería incierta luego de que sus oponentes tomaran un poderoso pero infructuoso intento de eliminarlo.
La acción de la noche histórica de ayer marcó un cuarto de siglo de partidismo cada vez más venenoso en Washington, uno que posiblemente comenzó durante la presidencia de Bill Clinton, que se extendió con rebeliones contra los presidentes George W. Bush y Barack Obama, y que culmina con fuerza en la era de Trump.
El magnate, quien alimentó profundos sentimientos de persecución a medida que su acusación se volvió más probable, expresó su furia en Twitter: “Tales mentiras de la izquierda radical demócrata. ¡Esto es un asalto a EU, al Partido Republicano!”.
Justo antes de que la Cámara votara, el mandatario subió al escenario en un mitin de Michigan, donde reunió a unos 10 mil simpatizantes, una demostración de potente músculo político, incluso en el punto más bajo de su presidencia.
“Este juicio de destitución partidista sin ley es una marcha suicida para el Partido Demócrata”, dijo a la multitud. “Después de tres años de siniestras cacerías de brujas, engaños, estafas... esta noche los demócratas de la Cámara de Representantes están tratando de anular las boletas de decenas de millones de estadounidenses”.
Después de que los demócratas protagonizaron una gran ola anti-Trump en las elecciones de mitad de periodo, el año pasado, para apoderarse de la mayoría de la Cámara, Pelosi reclamó el martillo de la presidencia legislativa que había perdido ocho años antes, con un mandato claro de la base de su partido para servir como un contrapeso del poder de Trump, cuya conducta debía investigar.
Al principio, la representante demócrata resistió la presión del ala más izquierdista de su partido para acusar a Trump; sin embargo, con el argumento de que tal movimiento sería innecesariamente divisivo, abrió formalmente una investigación en septiembre pasado, después de que un anónimo denunciara preocupaciones sobre la acción de Trump en una llamada telefónica del 25 de julio con su par ucraniano Volodymyr Zelensky, en la que Trump le pidió que investigara a Biden.
Los demócratas insistieron ayer que negarse a castigar una demanda presidencial de que un gobierno extranjero influya en una elección estadounidense sería una abdicación inaceptable de la responsabilidad constitucional.
Dicha acción claramente cumple con el estándar de “altos delitos y delitos menores” que la Constitución establece para el juicio político, añadieron.
“La evidencia es clara de que el presidente Donald Trump se aprovechó de la vulnerabilidad de Ucrania y abusó de los poderes de su oficina para presionar a ese país para que ayudara en su campaña de reelección”, declaró el presidente del Comité Judicial, Jerrold Nadler. “Éste es el más alto de los crímenes más altos, y el presidente Trump debe rendir cuentas”.
Los republicanos, en su mayoría hombres blancos, se mantuvieron firmes detrás del presidente y repitieron muchas de sus declaraciones en contra de la oposición. Los demócratas, notablemente más diversos en raza y género, atacaron de manera uniforme el comportamiento presidencial, como una afrenta a los valores estadounidenses.
“Cuando decimos que defendemos la Constitución de Estados Unidos no estamos hablando de un pergamino”, remarcó el representante Adam Schiff, quien lidera el Comité de Inteligencia de la Cámara y quien se encargó de la investigación. “Estamos hablando de una hermosa arquitectura en la que la ambición se opone a la ambición, en la que ninguna rama del gobierno puede dominar a otra”.