Los argentinos votaban el domingo en un balotaje presidencial de resultado incierto para optar entre un ministro de Economía del tradicional partido peronista, que no logró domar una inflación descontrolada, y un ultraliberal mesiánico que promete explosivas reformas.
En medio de una crisis financiera, la disputa entre el oficialista Sergio Massa, un defensor moderado del Estado de Bienestar, y el economista Javier Milei, que propone eliminar el banco central y dolarizar la economía, ha generado un fuerte debate entre los argentinos.
Pese a la apatía de la población, el contraste entre las dos propuestas llevaba a muchos a votar por lo que algunos analistas han llamado "el mal menor", que implica más un rechazo ferviente del postulante que no desean que un respaldo abierto al que eligen.
Gane quien gane, los expertos vaticinan profundos cambios en la política doméstica, con un peronismo que podría moverse de la centroizquierda al centro de la mano de Massa y una oposición -hasta este año hegemonizada por la alianza conservadora Juntos por el Cambio- dividida en torno al postulante libertario.
"Van a ser elecciones de una profunda ruptura en el sistema de representación política en Argentina. Creo que todas las fuerzas como las veníamos conociendo se han transformado", dijo a Reuters el analista Julio Burdman, director de la consultora Observatorio Electoral.
Tras años de dificultades, el desencanto de muchos argentinos con los partidos tradicionales encumbró al economista recién llegado a la política, que cuenta con tantas chances como Massa -un abogado de 51 años- de alzarse con la presidencia, según los últimos sondeos.
Pero sus propuestas disruptivas en el plano económico así como su estilo agresivo y sus declaraciones polémicas han dado serias posibilidades al postulante del oficialismo de centroizquierda, un político de centro que arribó el año pasado a la cartera de Economía en medio de una crisis que no logró revertir.
"Queda demostrado que el único capás de mantener viva la llama argentina es el Peronismo y por eso no dudé en votar por Sergio Massa ante otra opción que mete miedo con todas las inseguridades de cambios que propone", dijo Lucas Bartoloni, empledo de 45 años, que votó en una ciudad de la provincia de Buenos Aires.
Milei, que en sus actos solía llevar en las manos una motosierra para representar el recorte del gasto público que propone, dijo que privatizará las empresas del Estado y reformará los sistemas de salud y educación.
Además, el postulante de derecha de 53 años dudó de las causas del cambio climático, criticó el aborto legal y atacó al Papa Francisco, que es argentino.
Sin embargo, sus seguidores consideran que es el único capaz de destronar a la "casta", como Milei llama a los políticos clásicos, y acabar con una desesperante inflación anual del 143% y una pobreza del 40%.
"Los dos prometen un futuro mejor pero con políticas opuestas, a Massa ya lo tenemos y no hizo nada por eso voy por un cambio", dijo Samuel Goinsten comerciene de 76 años.
El futuro presidente deberá lidiar también con las arcas vacías del banco central y una deuda contraída en 2018 con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por un programa de 44.000 millones de dólares.
Si bien el actual ministro logró el 36,7% de los votos con la coalición Unión por la Patria frente al 30% del líder del partido La Libertad Avanza en la primera ronda electoral de octubre, el posterior apoyo a Milei del sector más conservador de la fuerza que resultó tercera en esos comicios (Juntos por el Cambio) equiparó la pelea.
La disrupción que provocó Milei llevó a los presidentes de centroizquierda de Brasil, México y España a respaldar públicamente a Massa, mientras que el ganador del Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa y exlíderes de derecha de Chile y Colombia apoyaron al libertario.
JVR