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El expresidente estadounidense George W. Bush regresó el viernes a Nueva Orleans —donde fue criticado fuertemente por la lenta respuesta de su gobierno al huracán Katrina— y elogió la recuperación de la ciudad 10 años después de la catastrófica tormenta.
"¿No es algo increíble? La tormenta destruyó Nueva Orleans y ahora Nueva Orleans es un faro de la reforma escolar", dijo Bush en la escuela pública más vieja de la ciudad, que fue inundada y quedó casi abandonada, antes de reabrir un año más tarde como la Escuela Secundaria Warren Easton.
Bailó con estudiantes y se tomó selfies con la comunidad que comemora estos días una década del fenómeno que casi destruye su ciudad.
El daño fue mucho mayor que el que su gobierno esperaba y Bush no benefició su imagen sobrevolando inicialmente la inundada ciudad en el avión presidencial sin aterrizar en Nueva Orleans para mostrar su apoyo. El saldo total de muertos llegó a más de 1.830, con cadáveres descomponiéndose en las calles y miles de víctimas varadas en los techos.
Cuando Bush llegó finalmente a la zona azotada, empeoró las cosas elogiando al director de la Agencia Federal de Emergencias, Michael Brown.
Bush y su equipo fueron objeto de resentimientos tan profundos y blancos de tantas burlas que él y sus colaboradores fueron mostrados en efigies en los desfiles del carnaval en la ciudad durante años.
La monstruosa tormenta desató una "confluencia de pifias" de la que las tasas de aprobación de Bush nunca se recuperaron, dijo Douglas Brinkley, un historiador presidencial en la Universidad Rice y autor de "The Great Deluge" (El gran diluvio), un recuento detallado de los primeros días después de Katrina.
Bush tiene profundos lazos con la costa del Golfo de México —como texano y como presidente— y su gobierno al final invirtió 140 mil millones de dólares para ayudar a la recuperación de la región.