El régimen chino ofreció más vacunas contra el coronavirus para atenuar las protestas contra la política cero Covid en el país, dejando de lado el reclamo para eliminar el estricto control sanitario por el que la población se dice harta luego de tres años de confinamientos forzados.
De acuerdo con la Comisión Nacional de Salud, el gobierno de Xi Jinping destinará estas inmunizaciones a la población de riesgo para aumentar la protección sanitaria, pese a que es uno de los países de las más avanzados en el continente asiático con hasta 89 por ciento de la población con esquema completo Covid, sólo por debajo de tres regiones, según la actualización del portal Our World in Data.
Con dichas acciones, Beijing busca demostrar su preocupación por la pandemia, pues apuesta por reducir la amenaza de la propagación en medio de nuevas oleadas con 40 mil casos diarios, aunque una gran parte son asintomáticos, pero de igual manera aplica los encierros masivos por tiempo indefinido.
Incluso trata de apaciguar las movilizaciones al referir que esas medidas conducen a reducir las restricciones, volcando sobre los no vacunados la presión para generar un cambio.
De lo contrario, persistirá el plan con pruebas PCR masivas para contener un virus que a diferencia de otras zonas ha provocado pocas muertes con más de 15 mil, según datos de la Universidad Johns Hopkins; mientras que aliados señalaron que el hartazgo más que contra el gobierno es una sensación que se atribuye a cada persona, al minimizar las críticas.
Sin embargo, los disidentes rechazaron la estrategia al señalar que sólo da la vuelta al repudio, mientras siguen los actos de represión, arrestos y hasta persecución contra quienes demandan borrar por completo esa estrategia y hasta la renuncia de Jinping, como responsable de la crisis actual.
Al respecto, ciudadanos y disidentes evidencian nuevos actos de contención, pues por quinto día consecutivo se reportan movilizaciones, aunque éstas cada vez menos numerosas por temor a posibles represalias.
Pero las fuerzas del orden mantienen extrema vigilancia para disuadir a los que tratan de manifestarse, al acusar que muchas de estas acciones son promovidas desde el exterior, minimizando los reclamos de la sociedad que está cansada de encerrarse en casa, a veces sin alimento suficiente por orden del gobierno.
Incluso, se reportó que el régimen vació algunos campus universitarios a modo de censura, pero aludiendo que se trata de una medida de control sanitario.
Dichas acciones sólo ocurrieron en planteles en los que estudiantes se han unido para protestar, como en Hong Kong, donde rechazaron la estricta política con pancartas en blanco y otras más con mensajes alusivos a las víctimas de Urumqi, así como veladoras. Mientras que en universidades de Beijing y Guangdong se justificó que se les envió a casa para que se mantengan aislados y en otras escuelas concluirán las clases en línea al igual que los exámenes.
Sin embargo, también hubo denuncias por presunta persecución, pues algunos disidentes denunciaron que fueron citados a declarar, de acuerdo con Reuters. Sin especificar el motivo de los llamados, algunos afectados revelaron que les pidieron hacer un recuento completo de sus actividades durante el fin de semana para identificar si participaron en las movilizaciones masivas.
Otros acusaron que la Policía intentó inspeccionar sus teléfonos para verificar si cuentan con redes virtuales privadas, evadiendo los controles en Internet del régimen, por lo que decenas de manifestantes optaron por eliminar el rastro de estos sitios y hasta historiales de conversaciones para evitar sanciones por las marchas que comenzaron el pasado 25 de noviembre.