Descarta fin de la política cero Covid

China refuerza brazo policial para contener protestas y reclamos

El régimen de Xi Jinping despliega a fuerzas del orden para frenar las movilizaciones; reportan de nuevo más de 40 mil contagios en 24 horas; países alertan por crisis y Beijing acusa interferencia del gobierno británico

La fotografía de un hombre sometido por la Policía evidencia la represión en la región, ayer.
La fotografía de un hombre sometido por la Policía evidencia la represión en la región, ayer. Foto: AP

Pese a las peores movilizaciones en China, el régimen no planea eliminar ni rebajar la estricta política cero Covid al justificar que los aislamientos masivos fueron clave en los últimos tres años para evitar la propagación del coronavirus, con un bajo número de decesos en comparación con otras potencias.

En un firme respaldo a las medidas para acallar a quienes critican al gobierno, Xi Jinping desplegó un mayor número de fuerzas del orden, principalmente en Beijing y Shanghái.

El objetivo es contener a los inconformes y descontentos que siguen en las calles por cuarto día consecutivo, luego de que las marchas se extendieran a Hong Kong —una de las zonas históricamente más oprimidas— y a más campus universitarios, aunque no hizo alusión a las marchas inéditas o a los reclamos por los encierros prolongados.

Con esta medida, mientras el país registra nuevamente más de 40 mil positivos de SARS CoV-2, el régimen que hace un mes amplió su mandato da total poder a los uniformados, que forman vallas humanas para cortar el paso de los disidentes, para detenerlos mediante cualquier método incluyendo la fuerza excesiva, pues desde el fin de semana circulan en redes sociales videos y fotografías de disidentes, activistas y hasta periodistas golpeados y sometidos, sin un recuento oficial de personas detenidas.

Aunque la presencia de los manifestantes fue menor que en días pasados, ayer cientos de críticos se sumaron a los actos de repudio a una política sanitaria que restringe la libertad de salir de casa y los obliga a someterse de manera continua a pruebas invasivas y respetar un encierro indeterminado.

En Hong Kong nuevamente alzaron la voz contra el gobierno, como en 2019, pero ahora por las medidas que ya no son sólo en términos de salud sino que provocan muertes, luego de que una decena de personas falleciera en un incendio al quedar atrapada en un inmueble sellado por las mismas autoridades en una provincia del centro financiero de Shanghái.

Pues más allá del hartazgo de constantes encierros por tiempo indefinido, el rechazo aumentó ante el férreo control que la semana pasada cobró varias vidas, pues la población lleva tres años con severos aislamientos y pocos cambios.

No obstante, el régimen avanza por una ruta en la que descarta acabar con esta estrategia, respaldado por las nuevas oleadas de un virus que el mundo aún no logra contener, pero por el que algunos gobiernos ya retiraron el uso de mascarillas y otras normas.

Hecho que respaldaron políticos y medios afines al sostener que este plan sí da resultados, rechazando cualquier revés a las medidas por las que, aseguran, Beijing está muy lejos de los punteros en cifras de defunciones por esta enfermedad, pues apenas suma cinco dígitos por hasta seis o hasta siete de algunas potencias.

En tanto, agencias no alineadas con el régimen adelantaron que podría haber cambios en temas sanitarias, entre las que pronostican una reducción significativa en la contención domiciliar, lo que apunta directamente al reclamos de las puertas bloqueadas.

Hecho ante el que las autoridades indicaron que el objetivo es mantener libres esos espacios en caso de que se requieran traslados urgentes, no cerrar porque sí, pues en el pasado también se reprochó la falta de respuesta médica en casos que se agravaron. Mientras que en la región de Guangzhou se eliminó la aplicación de pruebas masivas, aunque críticos aseguraron que fue únicamente para reducir gastos y no por ser una de las demandas de la sociedad.

Pero la situación ya no sólo tiene repercusiones en China sino en otras latitudes, pues algunas naciones se dijeron en alerta por la situación que vive el socio asiático, ante lo que Beijing rechazó cualquier interferencia.

El gobierno de Estados Unidos respaldó las movilizaciones pacíficas al recordar que esto es un signo de democracia y aseveró, de acuerdo con la Casa Blanca, que monitorea la situación, en referencia a posibles violaciones a los derechos humanos; mientras que funcionarios, bajo anonimato, reconocieron que la cuestionable política no podrá continuar por mucho tiempo.

Por separado, el gobierno británico cuestionó la represión en varios puntos de la región, como Hong Kong, hecho ante el que China denunció de inmediato actos de difamación.

En una nota diplomática, la representación asiática en Londres llamó a “dejar de interferir”, pues no tienen ningún derecho y sentenció que no permitirá ninguna reclamo extranjero, pese a que medios locales, agencias y activistas difunden múltiples escenas de actos evidentemente represivos como personas sometidas brutalmente en el suelo o hasta arrastradas por encarar a uniformados o por portar hojas en blanco, que se ha convertido en un símbolo de lucha, pues aunque no pueden usar consignas por la represión, ya es la máxima representación del reclamo.

Además, el régimen ya se preocupa por los efectos económicos, pues ayer la moneda china cerró con una caída en medio de las movilizaciones, mientras se extienden las dudas sobre las cadenas de suministro, pues desde hace semanas algunas producciones bajaron significativamente o frenaron al estar ubicadas en zonas de riesgo. Incluso hay sectores que no tienen posibilidad de vender sus productos, principalmente alimentos, debido al encierro forzado.