El segundo mayor brote de Ébola registrado en el mundo terminó después de casi dos años y más de 2 mil 200 muertes, anunció ayer la República Democrática del Congo, incluso mientras una explosión separada del virus continúa al otro lado del país.
A pesar de las vacunas y tratamientos efectivos que aumentaron drásticamente las tasas de supervivencia, el brote se prolongó a medida que socorristas luchaban por obtener acceso a puntos críticos en el inquieto Este del Congo.
“En comparación con apariciones anteriores, esta último fue la más larga, la más compleja y la más mortal”, declaró
la ministra de Salud, Eteni Longondo.
El Congo ha sufrido 11 brotes desde que se descubrió el virus, cerca del río Ébola en 1976, más del doble que en cualquier otro país. Sus bosques ecuatoriales constituyen un reservorio natural del virus, que causa vómitos y diarrea severos y se propaga a través del contacto con fluidos corporales.
Este último ocasionó 3 mil 463 casos confirmados y probables y 2 mil 277 fallecimientos, varios niños entre ellos.
“No fue fácil y a veces parecía una misión imposible”, dijo Matshidiso Moeti, director regional de África de la Organización Mundial de la Salud.
Incluso cuando los funcionarios de salud celebraron el fin de una epidemia de Ébola, se enfrentan a otra, no relacionada, a más de mil kilómetros de distancia en la ciudad occidental de Mbandaka.
Ese brote, declarado el 1 de junio, ha visto hasta 24 casos hasta el momento, incluidas 13 muertes.
Longondo dijo que esperaba que la respuesta allí fuera más fácil porque es en una parte más estable del país donde se controló rápidamente una epidemia anterior en 2018. En el Este del Congo, algunos líderes y residentes sospechaban de la respuesta porque creían que el Ébola sólo era un invento del gobierno.
Centros de tratamiento fueron atacados por combatientes que están activos en el Congo, Uganda y Ruanda.