Con la negociación estancada, Hamas e Israel arreciaron las acusaciones, esta vez por violencia sexual y tortura.
Mientras mediadores abogan en Egipto por pasos clave para un alto el fuego, el rival rechazó que los suyos cometieran crímenes sexuales durante y tras la masacre del pasado 7 de octubre, al repudiar las denuncias de Tel Aviv, cuyo expediente calificó de “razonable” la Organización de las Naciones Unidas (ONU) .
La resistencia islámica tachó de “falso” el expediente armado por el país que bombardea Gaza desde el año pasado, pues éste tiene validez sin pruebas y basado sólo en declaraciones de soldados y “testigos elegidos” por el Gobierno de Benjamin Netanyahu, relatos crudos que Tel Aviv hizo públicos y con los que la oficina de Derechos Humanos ratificó que sí hubo violaciones de rehenes.
En tanto, Israel recalcó sus acusaciones y hasta se lanzó contra el líder de las Naciones Unidas, António Guterres.
El ministro de Exteriores, Gilan Erdan, exhibió actos de hipocresía al referir que éste trató de silenciar los señalamientos contra Hamas, al tiempo en que el vicepresidente israelí, Benny Gantz, se reunió con funcionarios de Estados Unidos sin avances claros, pero con la intención de apretar la lucha previo al Ramadán.
Además resalta que empleados de la oficina para los refugiados denunciaron que el ejército israelí los torturó para admitir que fueron cómplices de Hamas.