La isla caribeña, castigada por un embargo comercial de más de 60 años, inició un programa de pruebas masivas de coronavirus, ya que comenzó a dar señales de haber contenido las infecciones, en medio de un cierre parcial, que ha exacerbado la escasez de productos básicos.
Los nuevos casos han caído a menos de 20 por día desde un pico de alrededor de 50 en abril. Desde que se notificó la primera enfermedad hace dos meses, ha habido mil 804 confirmados, de los cuales 70.7 por ciento se ha recuperado y 78 personas han muerto.
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Cuba ha cerrado sus fronteras y la industria turística, las escuelas y el transporte público. Las máscaras son obligatorias y está prohibido comer en restaurantes, bares y reuniones sociales. Se ha instado a los cubanos a quedarse en casa y practicar el distanciamiento. El público se ha esforzado por buscar suministros básicos en largas filas de abasto.
Muchos expertos creen que Cuba ha controlado el brote mejor que muchos países de la región, debido a su sistema de salud, bien dotado de personal, la movilización de activistas para rastrear casos, un sistema centralizado que permite un mejor enfoque y la disposición para aislar a grandes cantidades de personas.