En medio de las advertencias de mayor riesgo en la central de Zaporiyia, líderes invasores y prorrusos alistan un referéndum en la ciudad que alberga a la mayor central de Ucrania y de Europa, para que ésta sea oficialmente rusa.
A más de cinco meses de apoderarse de las instalaciones nucleares, dirigentes regionales, nombrados por el Kremlin, se dijeron listos para la “reunificación”, proceso que se anticipaba también en las ciudades separatistas de Donetsk y Lugansk, y por el que empezó la guerra.
Éste es uno de los territorios clave para arrebatar poder al gobierno de Volodimir Zelenski y mostrar que aún tiene la capacidad de atacar, esto cuando Estados Unidos asegura que las fuerzas de Vladimir Putin perdieron unos 80 mil soldados, un gran número en comparación con los 100 mil que acumuló en la frontera.
Y representa una nueva embestida contra defensores, pues mientras los ucranianos protegían las costas, el invasor afianzó su poder en la ciudad, contra la que han lanzado bombardeos, forzando una respuesta al fuego.
Ello coincide con las exigencias para permitir el ingreso de la Agencia Internacional de Energía Atómica para inspeccionarla, llamado que replicó el secretario de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, al advertir que otro ataque sería “suicida”.
Al respecto, las fuerzas de Putin dijeron que hay condiciones para la revisión; sin embargo, acusaron que aliados de Zelenski prefieren denunciar un bloqueo inexistente, para atribuir obstáculos a Rusia, como en las exportaciones.
Pero no todo son avances para Rusia, pues crece la presión en su contra, pues en medio de las restricciones energéticas al usar el gas como arma, la NASA reportó que ese régimen quema el sobrante de gas, de lo que hay evidencia, pues cuentan con respaldo de imágenes de satélite.