El ejército israelí intensificó su fuerza letal contra Hezbolá, pues tras matar al líder, Hassan Nasrallah, engrosó la lista de mandos eliminados en Líbano y reforzó combates en un tercer frente, ahora contra Yemen.
Tres días después de bombardear con precisión el búnker del enemigo que tuvo a Tel Aviv en la mira desde los 90 y quien murió junto a 20 veteranos de su círculo cercano, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) no se confían y arrecian ofensivas en territorio libanés, pues aunque la caída del principal mando islámico fue un éxito, pues “ya no podrá sembrar el terror” en su contra y siguen las duras embestidas para neutralizar y degradar a un cómplice de Hamas —perpetrador de la masacre— y de Irán.
Muestra de ello es que ayer las tropas de Benjamin Netanyahu elevaron ataques contra bases terroristas para causar nuevas fisuras a una estructura que se queda sin líderes y para evitar que se reconstruya como advirtió Estados Unidos.
En un nuevo paso clave horas después de que se recuperara el cuerpo de Nasrallah ayer mismo eliminaron a Nabil Kaouk, líder de seguridad interna, quien se une a otros líderes dados de baja en los últimos días como Ali Karaki, encargado de misiles, e Ibrahim Aqil, aunque Hezbolá tardó en reconocer sus respectivas muertes en un intento de minimizar los golpes letales, pero que a la vez usó para amagar con cobrar las muertes de esos mártires a días de la doble explosión de localizadores y radios de comunicación portátiles y hasta el desplazamiento forzado de casi un millón de residentes, según informes locales.
En una nueva jornada de agresiones, el gobierno judío atacó por aire al vecino del norte que insiste en poner en riesgo a residentes israelíes en Haifa y zonas que limitan con Líbano. Y asestó que responderá a nuevas amenazas al matar a 100 personas en Beirut y otras ciudades y dejar decenas de heridos al recalcar que destruirá toda infraestructura terrorista, incluyendo viviendas que almacenan armas, escenario en el que el Ministerio de Salud de Líbano reporta en más de una semana mil muertos y seis mil heridos. Pero Hezbolá e Irán, régimen y presunto financiador, desafiaron a Tel Aviv, al detallar que ya nombraron a nuevos cabecillas, según informes de agencias como Tasnim, pues seguirán las directrices y pensamiento de Nasrallah, al reconocer su legado y apoyo a Palestina.
A la par de esta escalada Israel amplió su poder contra Yemen, desde donde hutíes lanzaron misiles en su contra, mismos que fueron interceptados incluso en el mar Rojo.
En una muestra de que ningún rival se quedará sin castigo, las tropas israelíes bombardearon múltiples puntos en Yemen e hicieron estallar casi simultáneamente puertos, centrales, depósitos de combustible y sitios usados para atacar al pueblo judío, pues se sospecha que ese territorio es usado para transferir armas y equipo militar desde o hacia Teherán.
Al respecto, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, apuntó que no importa de dónde venga la agresión responderán, pues “no hay lugar demasiado lejos”, según la prensa israelí, en referencia al reciente disparo a más de mil 800 kilómetros de distancia y con el que el rival trata de desestabilizar a la región.
Estos nuevos choques que Irán condenó por su “barbarie” reducen la posibilidad de alcanzar el alto al fuego que exige Estados Unidos, pues no hay garantías de cesar las hostilidades, hecho por el que se reportó que el presidente Joe Biden busca comunicación con Benjamin Netanyahu para calmar las tensiones y advertir que esta escalada no llevará a la paz ni al regreso de los rehenes.
Pero en Tel Aviv creen que cualquier plan podría ser frustrado por el enemigo, pues Hezbolá o Hamas tratarían de repetir otro 7 de octubre.