El gobierno de Israel rechazó la propuesta de una tregua de 21 días en Líbano al advertir que mantendrá y redoblará la intensidad contra Hezbolá en Medio Oriente, pero el mundo no desiste y elevó la presión para desescalar la reciente crisis.
En el cuarto día de bombardeos y el arribo del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a Estados Unidos, el anfitrión de la 79 Asamblea General de las Naciones Unidas y Francia insistieron en impulsar una salida diplomática.
Como promotor del plan de alto al fuego que podría extenderse a Gaza, el presidente galo, Emmanuel Macron, recalcó su disposición a mediar y evitar una incursión militar que expondría a un pueblo que en menos de una semana registra más de 600 víctimas letales, cientos de heridos y casi medio millón de refugiados por los ataques a los rebeldes, presuntamente financiados por Irán.
Ante decenas de mandatarios reunidos en Nueva York, pidió no cerrar esa puerta, pues nada es definitivo y aún están a tiempo de revertir el escenario “infernal” que describió el secretario del organismo, António Guterres, un día antes. Y, pese a la negativa de Tel Aviv, instó a Washington a aprovechar la presencia del líder judío para ampliar las negociaciones y hacerle que una invasión “sería un gran error”, diálogo al que se sumaron miembros del gabinete de Joe Biden, como los secretarios de Estado, Antony Blinken, y de Defensa, Lloyd Austin, y el premier británico, Keir Starmer.
Pero ninguna de esas voces ni duras protestas y consignas con las que recibieron a Netanyahu generaron cambios.
Un día antes de que el representante israelí dé su discurso en la Asamblea General, cientos de manifestantes propalestinos marcharon en NY en rechazo al genocidio en Gaza y en Líbano al
enfatizar que este líder tiene las manos ensangrentadas al mostrar pancartas en su contra y una enorme figura de su rostro con manchas de sangre y hasta esposado, en referencia a los crímenes cometidos contra el pueblo palestino, incluyendo niños, mientras que otros criticaron que no hace nada por los rehenes.
En su primer encuentro con la prensa, minutos después de aterrizar en EU, el premier asiático dejó en claro que su nación no cederá, pues las prioridades son acabar con toda la capacidad del grupo terrorista y cualquier otro que intente atacar a su pueblo, así como garantizar la seguridad al norte de su país, territorio que limita con Líbano, para que los desplazados vuelvan a sus hogares.
Y enfatizó que la instrucción a sus soldados es seguir atacando “con todas sus fuerzas” ante la lejanía de un posible acuerdo con Hezbolá, al que acusó de esta nueva fase de agresiones como cómplice de Hamas, estrategia en la que sus tropas avanzan de manera firme y decidida, pues las Fuerzas de Defensa (FDI) informaron que ayer provocaron otra fractura a la cúpula islámica al matar en un operativo de precisión a Moha-mmed Srur, presunto encargado de la flota de drones y el segundo comandante neutralizado en la última semana.
Con lo que evidencian que no darán ni un respiro al enemigo, ante el temor de que cualquier oportunidad sea aprovechada por Hezbolá y otra milicia para perpetrar otro 7 de octubre, a días del primer aniversario de la masacre de Hamas.
Y ante la falta de garantías para una solución a la escalada que se une a la crisis en la Franja, ahora chocan en la sede de la ONU por armas y responsabilidades. En su mensaje a la Asamblea General, el líder de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, exigió a las potencias dejar de vender armas a Israel al apuntar que suministrarlas es ser cómplice del “genocidio” y “exterminio” de 41 mil palestinos en un año y un desplazamiento masivo que no cesa. Incluso, demandó despojar al Estado judío de su membresía por tales crímenes y atizó a EU al recordar que éste vetó posibles soluciones en la materia.
Reclamo al que se sumó Líbano al cuestionar la falta de acción del organismo mundial ante “una crisis que amenaza su propia existencia”, según el ministro de Exteriores, Abdallah Bou Habib, lo que hace evidente la urgencia de reformar al Consejo de Seguridad.
Mientras que en la región no hay señales de cambios políticos o en el terreno de batalla, al contrario Israel está listo para entrar ante el riesgo de que el rival sea reforzado por Irán, régimen al que ven ansioso de sumarse al choque, pues Tel Aviv dijo que no combate a un enemigo sino a varios. Lo que quedó al descubierto horas después al resonar las sirenas antiaéreas, pues Yemen atacó su territorio con un misil, el cual fue interceptado.
Ello confirma que Teherán sigue armando a rivales como los hutíes para tratar de debilitar a Israel que responde a ataques simultáneos.