Ayer por la noche, el presidente Joe Biden exhortó a los republicanos una y otra vez a trabajar con él para “terminar el trabajo” de reconstruir la economía y unir a la nación al pronunciar un discurso sobre el Estado de la Unión destinado a tranquilizar a un país acosado por pesimismo y tensas divisiones políticas.
El telón de fondo del discurso anual fue marcadamente diferente al de los dos años anteriores, con un orador republicano sentado inexpresivo detrás de Biden y legisladores republicanos en la audiencia preparándose para analizar tanto su administración como sus políticas.
Pero Biden buscó retratar una nación dramáticamente diferente en formas positivas de aquella de la que se hizo cargo hace dos años: de una economía tambaleante a una próspera con nuevos empleos; de una nación paralizada y cansada de la pandemia a una que ahora se ha abierto y una democracia que ha sobrevivido a su mayor prueba desde la Guerra Civil.
“La historia de Estados Unidos es una historia de progreso y resiliencia. De siempre avanzar. De nunca rendirse. Una historia que es única entre todas las naciones”, dijo Biden. “Somos el único país que ha salido de cada crisis más fuerte que cuando entramos. Eso es lo que estamos haciendo de nuevo”.
Agregó: “Todavía no hemos terminado por ningún tramo de la imaginación”.
Biden trató de asegurarle a la nación que su gestión del país ha dado resultados tanto en el país como en el extranjero, ya que también se dispuso a demostrar su idoneidad para una probable candidatura a la reelección.
Pero los desafíos para Biden son muchos: incertidumbre económica, una guerra agotadora en Ucrania, tensiones crecientes con China y más. Y los signos del trauma pasado en el Capitolio, en particular la insurrección del 6 de enero de 2021 en el Capitolio, eran inevitables, con una gran valla que rodeaba el complejo mientras los legisladores y los asistentes enfrentaban medidas de seguridad más estrictas de lo habitual.
Desde el principio, las divisiones partidistas fueron claras. Los demócratas, incluida la vicepresidenta Kamala Harris, saltaron a aplaudir cuando Biden comenzó su discurso. El nuevo presidente republicano de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, aunque había saludado calurosamente al presidente cuando entró a la cámara, permaneció en su asiento.
En lugar de presentar propuestas políticas llamativas, el presidente se dispuso a ofrecer una evaluación tranquilizadora de la condición de la nación, declarando que dos años después del ataque al Capitolio, la democracia de Estados Unidos estaba “inquebrantable e intacta”.
“La historia de Estados Unidos es una historia de progreso y resiliencia”, dijo, destacando la creación récord de empleos durante su mandato a medida que el país emergía de la pandemia de Covid-19.
También señaló áreas de progreso bipartidista, incluida la infraestructura vital de los estados y la fabricación de alta tecnología. “No hay razón para que no podamos trabajar juntos en este nuevo Congreso”, dijo.
“La gente nos envió un mensaje claro. Luchar por luchar, poder por el poder, conflicto por el conflicto, no nos lleva a ninguna parte”, dijo Biden. “Y esa siempre ha sido mi visión para el país: restaurar el alma de la nación, reconstruir la columna vertebral de Estados Unidos”, expresó.