Un “sofisticado” ataque con localizadores —equipo de comunicación obsoleto— contra Hezbolá dejó al menos 11 muertos y cuatro mil heridos en Líbano y Siria. En respuesta, los terroristas amagaron con un “castigo justo” a Israel, como presunto perpetrador, ante nuevas tensiones por la guerra en Gaza.
La mañana de ayer, mientras la población hacía sus compras o paseaba, una acción coordinada sorprendió al grupo islámico con estallidos sin motivo aparente que resultaron ser sus dispositivos de mensajes o bípers en Beirut y el sur del país, donde la organización tiene presencia, así como en zonas de Damasco.
Dichos equipos estallaron en sus manos o bolsillos de la ropa, según videos en redes sociales, lo que desató miedo en la nación ante la cantidad de gente herida o ensangrentada en casas, negocios y la vía pública por un sospechoso calentamiento de los artefactos que comenzaron a usar este año, a raíz de la masacre en Israel, pues temían que Tel Aviv hackeara sus celulares con tecnología avanzada, por ser cómplices de Hamas, pues el líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, los consideraba “espía mortal del enemigo”.
En cuestión de minutos, los hospitales en Líbano se llenaron de víctimas en busca de ayuda tras sufrir quemaduras y lesiones en manos, piernas, cadera o el rostro por portar localizadores que eran muy populares en los 90 o estar cerca de alguien con uno.
Ante la emergencia y el riesgo de verse rebasados por quienes llegaban por su propio pie, en camillas o a bordo de ambulancias, mismas que no dejaron de llegar por casi una hora, el Ministerio de Salud convocó a todo su personal, incluso fuera de turno, para atender sin excepción a víctimas, entre ellas personas con amputaciones, a quienes curaron o vendaron incluso en el suelo por la falta de camas y equipo.
El titular del sector, Firas Abiad, también pidió al público donar sangre por casos graves tras confirmar un saldo inicial de ocho muertos, incluyendo una niña de ocho años, y múltiples heridos, como funcionarios, hijos de combatientes y el embajador iraní en Líbano, Mojtaba Amani, pues varios fueron sometidos a cirugías tras las explosiones que autoridades ligan a una manipulación externa.
Pese al caos, Hezbolá y el gobierno libanés apuntaron de inmediato contra Israel y su Inteligencia como culpables de esta agresión de gran magnitud.
Terroristas calificaron lo ocurrido como “la mayor violación de seguridad hasta el momento”, y más tarde, el primer ministro, Najib Mikati, se pronunció en la misma tónica al tacharlo de “agresión criminal israelí”, sin pruebas ni que ese país se atribuyera el ataque.
Hezbolá escaló la confrontación y amagó que el gobierno “sionista”, de Benjamin Netanyahu, que recibirá un “castigo justo” sin anticipar represalias inmediatas, como recientes lanzamientos de cohetes, con lo que puso bajo alerta a ese ejército y al mundo ante el temor de otra escalada a más de 11 meses del conflicto en Medio Oriente.
Y es que sin claridad del origen del ataque, rivales insistían en culpar a Israel.
La principal teoría de expertos de seguridad en Medio Oriente es que los equipos que se adquirieron a través de Taiwán fueron intervenidos antes de llegar a manos de Hezbolá, evidenciando nuevas tácticas de la inteligencia.
Dicha versión fue reforzada por fuentes árabes, consultadas por Sky News, que dijeron que las baterías fueron alteradas por el Mossad, pues no descartaban la colocación de explosivos para que se calentaran y hacerlo pasar como un fallo, pero otra versión recabada por el diario New York Times sugiere que los explosivos en los bípers, entre plásticos o compuestos químicos, fueron activados con un mensaje, lo que se asocia con la simultaneidad, aunque al cierre de esta edición Israel no se pronunció sobre ello.
En tanto, Estados Unidos se desmarcó de cualquier relación con los hechos o que tuvieran conocimiento de tales planes, al tiempo que instó a Irán a no intensificar la tensión, pues dicho régimen se sumó al llamado de Hezbolá para castigar a Tel Aviv por los “mártires” causados, al referir que el gobierno que mató a un mando de Hamas hace meses en su territorio merece “persecución, juicio y castigo penal”, según información de agencias. En tanto, la Organización de las Naciones Unidas reconoció su preocupación ante la visible escalada que podría detonar más muerte en la región.