El izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva asumió su tercer mandato presidencial en Brasil, mientras su antecesor salió del país dos días antes de la investidura.
Luego de un recorrido en medio de una caravana y a bordo de una automóvil descapotable Rolls Royce, el abanderado del Partido del Trabajo (PT) ingresó a la Cámara de Diputados para la ceremonia de juramentación, camino en el que fue escoltado por un fuerte operativo policial, en medio de la polarización en el país y las amenazas de bolsonaristas por irrumpir en la ceremonia.
Ante el Congreso, Lula juró como presidente a casi tres años de salir de prisión por el polémico caso de corrupción, conocido como “Lava Jato”, luego de que se guardara un minuto de silencio por Pelé, quien falleció el pasado 29 de diciembre, y por el Papa emérito Benedicto XVI, quien falleció este fin de semana.
Durante la ceremonia oficial, en la que también rindió protesta como vicepresidente Geraldo Alckmin, Lula resaltó en su primer mensaje la promesa de rescatar al país, al señalar que asume un "Brasil en ruinas" a causa del desmantelamiento en varios sectores, entre ellos la salud, lo cual una crítica directa a su predecesor Bolsonaro, quien minimizó el desafío de la pandemia de COVID-19.
Se prevé que más tarde ofrezca otro discurso para recibir a las delegaciones internacionales que acudieron a su nueva toma de protesta.
Lula da Silva lideró la nación en los periodos 2003-2007 y 2007-2011 tras su reelección. Con ello, se convierte en el jefe de Estado número 39 para la nación sudamericana y el primero en lograr tres mandatos, dos de ellos consecutivos.
Tercer mandato presidencial de Lula da Silva
Lula, de 77 años, derrotó por poco a Bolsonaro en octubre para ganar un tercer mandato presidencial; una situación sin precedentes, después de una pausa que lo vio pasar un año y medio preso por condenas por corrupción que luego fueron anuladas.
En sus años anteriores como presidente del Partido de los Trabajadores (PT), de 2003 a 2010, el exlíder sindical sacó a millones de brasileños de la pobreza durante un auge de las materias primas que impulsó la economía.
Ahora, enfrenta el desafío de mejorar la economía estancada de Brasil y al mismo tiempo unir a un país que se ha polarizado durante el mandato de Bolsonaro.
"Se espera mucho de Lula. Tendrá la difícil misión de restaurar la normalidad y la previsibilidad en Brasil y, sobre todo, entregar rápidamente resultados que mejoren la calidad de vida de sus habitantes", dijo Creomar de Souza, director de la consultoría Dharma Political Risk en Brasilia.
Bolsonaro partió de Brasil hacia Florida el viernes, evitando tener que entregar la banda a su rival, cuya victoria aún no reconoce, con lo que, al mismo tiempo, se eliminó de cualquier riesgo legal inmediato relacionado con su tiempo en el cargo.
Sus partidarios han protestado durante dos meses porque acusan que las elecciones fueron robadas, y llamaron a un golpe militar para evitar que Lula regrese al poder en un clima de vandalismo y violencia.
Un simpatizante fue detenido por fabricar una bomba que fue descubierta en un camión cargado de combustible de aviación en la entrada del aeropuerto de Brasilia, y confesó que buscaba sembrar el caos para provocar una intervención militar.
Las autoridades han desplegado 10 mil policías y efectivos para reforzar la seguridad en las celebraciones del domingo y revisar a los participantes, que no pueden traer botellas, latas, mástiles de banderas o pistolas de juguete. También se prohibió temporalmente el porte de armas de fuego por parte de civiles.
Los organizadores dijeron que delegaciones de 50 naciones y 19 jefes de estado y de Gobierno, incluido el rey de España, han confirmado su asistencia.
El viernes, antes de volar a Florida, Bolsonaro pronunció un discurso a la nación en el que condenó el complot como un "acto terrorista", pero elogió a los manifestantes acampados frente a los cuarteles del ejército en todo el país.
AM