Como puntero de la primera vuelta en Francia, el presidente Emmanuel Macron busca arrebatar todo posible voto a su rival ultraderechista, Marine Le Pen, y ratificar su triunfo como hace cinco años, esta vez por la reelección.
Uno de los mediadores en el conflicto entre Ucrania y Rusia advirtió a la sociedad del riesgo que implica votar por la nacionalista al dar pie a la dura batalla electoral que se prolongará por 14 días para la nueva cita electoral, pues recordó que la ligera ventaja no es garantía para el próximo 24 de abril.
Con una diferencia de 1.6 millones de votos a favor y el respaldo de la mayoría de aspirantes de izquierda, el líder galo apuesta por potenciar los temores que genera la de derecha extrema, a quien tachó de demagoga, para borrarla del escenario político y repetir el triunfo de hace cinco años.
El centrista enfila su estrategia a convencer a quienes apoyaron a Jean-Luc Mélenchon —tercer lugar— de votar por la continuidad en el país, pues los votantes de quien sumó más de 21 por ciento de la preferencia el fin de semana representa más de la mitad del porcentaje de ciudadanos que no votó por Macron ni por Le Pen; mientras visita bastiones derechistas al relanzar su campaña.
Incluso, se dijo dispuesto a reajustar políticas, para no dejar el poder en manos de quien puede convertir una nación próspera en una fracturada.
Y recalcó que escuchará las propuestas de quienes no calificaron a la segunda ronda para enriquecer su proyecto o dar un giro a algunas propuestas de cara al debate televisivo cuatro días antes de la elección y presionar a Le Pen, quien en 2017 se inclinó por el intercambio de insultos. Cabe destacar que uno de los temas más polémicos, que cuestionan principalmente residentes de zonas populares, es el intento de aumentar tres años la edad para jubilarse, que sería hasta los 65 años. Por lo que no descarta un debate o un referéndum para conocer la opinión de la mayoría en la materia.
Sin embargo, aunque enfoca todas sus fichas para desacreditar a la ultraderechista, también busca atraer votos de ambos extremos políticos al demostrar que es posible hallar coincidencias más allá de la ira y la división.
Macron recalcó que Le Pen es un claro signo de populismo, pues cambia rápidamente de opinión en respuesta al reclamo social, lo que es contraproducente para un cargo de tan alto nivel. Incluso, puso de ejemplo la postura de la contendiente en la lucha para erradicar el Covid, pues cuando comenzaron a llegar las dosis se mostró en contra de éstas, como lo hiciera en su momento el también populista Donald Trump, y posteriormente se inclinó por adquirir biológicos rusos y hasta tratamientos no avalados por expertos.
El mandatario también busca otro empujón para la reelección con su intervención en Ucrania, pues no descarta viajar a Kiev si puede abonar a la resolución de este conflicto, como lo hiciera este fin de semana el primer ministro británico, Boris Johnson. No obstante, reiteró que no será sólo para tomarse la foto sino para impulsar la negociación por el fin de la guerra.
Ante cuestionamientos sobre aprovecharse de la crisis regional, recordó que son los mismos franceses los que le exigen seguir muy de cerca el conflicto para apoyar a los ucranianos y ante una posible expansión de esta guerra, que afectaría al continente.
Además, su gobierno confirmó que apoyará al gobierno de Volodimir Zelenski en las investigaciones de presuntos crímenes de guerra y prevé enviar a un equipo de forenses a la nación.
En tanto, la derechista comenzó la campaña en regiones agrícolas con propuestas en temas económicos, al cuestionar la política monetaria de Macron. Asimismo, se declaró en franca lucha para revertir el resultado, mismo que su equipo ve viable tras considerar que el cierre tan estrecho entre los punteros (de 4.69 por ciento) refleja una derrota para el actual mandatario, pues casi posiciona igual a la opositora que al líder.