El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, se convirtió oficialmente en candidato a la reelección tras ser inscrito en el proceso de julio próximo.
En el último día del registro, el líder chavista formalizó su aspiración al acudir arropado por miles de simpatizantes a realizar el trámite ante el Consejo Nacional Electoral (CNE) y prometió que prevalecerá el “sueño de patria”, mientras persiste la represión.
La oposición exhibió al máximo órgano electoral en la nación por impedir la postulación de Corina Yoris, suplente de María Corina Machado. Acusó que violó los derechos de la política de 80 años e incumplió los Acuerdos de Barbados, con tal de garantizar la vía libre para que Maduro se reelija.
Según líderes de ese sector ni siquiera permitió la entrega de una solicitud para ampliar el proceso, pues ningún aspirante de la Unidad Democrática (MUD) ni de UN Nuevo Tiempo (UNT) fue aceptado para la contienda a las que se les cerró el paso, pues el sistema no les permitió ingresar a ninguna hora.
Ante estas acciones, siete países de América Latina se unieron para aumentar la presión al régimen a fin de respaldar la democracia a sólo cuatro meses de los comicios. En una carta firmada por Argentina, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Paraguay, Perú y Uruguay demandaron al oficialismo permitir la inscripción de los disidentes para “que el pueblo venezolano pueda elegir libremente su próximo gobierno”, tras externar su preocupación por este evidente cerco.
Incluso, según el documento difundido por la Cancillería del Gobierno de Javier Milei pusieron en duda la legitimidad del proceso, pues ése está marcado por un claro freno a la democratización y serias dudas de integridad.