Un ataque ruso con misiles mató a un niño de 10 años y a su abuela el viernes en la ciudad de Járkiv, en el noreste de Ucrania, un día después de que, en la misma región, los residentes se alistaban a enterrar a las víctimas tras el más letal ataque del Kremlin en los últimos meses que cobró la vida de al menos 52 civiles.
Las cuadrillas de emergencias recuperaron el cadáver del menor de entre los escombros de un edificio luego del ataque registrado a primera hora de la mañana. El ataque también cobró la vida de la abuela del menor y dejó herido a un niño de 11 meses, entre otras 30 personas, detallaron las autoridades.
Las fuerzas del Kremlin habían utilizado dos misiles Iskander en el ataque, los mismos que dispararon la víspera sobre la localidad de Hroza, que dejó 52 muertos.
En Hroza, los trabajadores de un cementerio local derribaron árboles y podaron el césped el viernes para preparar las tumbas para las víctimas. Fueron enterradas a poca distancia del soldado ucraniano Andrii Kozyr, a cuyo velorio asistían al momento del ataque.
En ese contexto, el vocero del Kremlin, Dmitry Peskov, negó el viernes que Rusia fuese responsable por el ataque en Hroza e insistió, como ha hecho Moscú en el pasado, que su ejército no ataca instalaciones civiles.
Por separado, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski destacó desde España, a donde asistió a la Cumbre de la Unión Europea, que sus esfuerzos para lograr más ayuda militar habían arrojado resultados positivos.
Ahí obtuvo el compromiso de cinco países, España, Italia, Francia, Alemania y el Reino Unido, sobre un suministro de más defensas antiaéreas, armamento de larga distancia y artillería.
En ese contexto, el Parlamento ruso anunció que considerará revocar la ratificación de un tratado nuclear mundial que prohíbe los ensayos nucleares, indicó el presidente de la cámara baja el viernes, luego que el presidente ruso, Vladímir Putin, advirtió que Moscú podría considerar rescindir la ratificación del pacto, ya que Estados Unidos nunca lo ha ratificado.
